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LOS MILAGROS EN LOS EVANGELIOS Un estudio comparado en los sinópticos advierte de una cierta tendencia a la amplificación de los detalles, que algunos califican de “manipulación” teológico-apologética. Lo que no es de recibo es el intento de “espiritualizar” sin más el relato, pulverizando el fondo histórico. “ Pretender, por ejemplo, que los ciegos son un símbolo de nuestra incapacidad para conocer a Dios, y los leprosos un símbolo de nuestra impureza ante Dios, es convertir esa incapacidad y esa impureza en una superestructura ideológica, exactamente igual que se vacía el importante mensaje de Jesús sobre los pobres cuando se pretende reducirlo sólo a una “pobreza espiritual... La moderna teología de Occidente debería haber aprendido bien esta lección, por las estériles consecuencias que ha tenido para ella: después de espiritualizar el Evangelio, Occi­ dente ha acabado por dejar de creer, a la vez, en la historia y en el Evangelio. El escándalo materialista de los milagros no puede ser impunemente eliminado ’e. No cabe duda de que Jesús realizó esas obras con una inten­ cionalidad bien precisa: eran pistas que advertían de la llegada del reino de Dios y de su naturaleza restauradora, de su proyecto crea- cional y salvador. Los milagros forman parte del lenguaje de Jesús, de ahí que no puedan entenderse sino en el contexto de su misión. Son parte integral de su proclamación del Reino y de su llamada a la respuesta creyente. Y no pueden abstraerse de esa referencia. L a a ctitud d e J esús ante los milagros Que Jesús realizó obras prodigiosas es un dato incuestiona­ ble, como también lo es que no se dejó encorsetar en el papel de mero taumaturgo: la actividad carismàtica de curar no se convirtió para Jesús en una actividad institucionalizada. Él mismo se mues­ tra reacio a esa identificación (Mt 12,39; Jn 4,48) y situó e hizo la 8 G. FAUS, Clamor del Reino. Estudio sobre los milagros de Jesús , Salamanca: Sígueme, 1982, 129. NAT. GRACIA LX 1/enero-abril, 2013, 119-146, ISSN: 0470-3790 127