PS_NyG_2013v060n001p0119_0146

LOS MILAGROS EN LOS EVANGELIOS tará natural lo que él haga, puesto que de él proviene todo el orden, el ritmo y la regulación de la naturaleza”3. II. VISIÓN APOLOGÉTICA DEL MILAGRO Fue, sobre todo en el s. XIX, en viva polémica con el cienti- fismo reinante, opuesto a toda explicación sobrenatural, que con­ sideraba al mundo herméticamente cerrado a lo divino, cuando se acuñó una noción de milagro, según la cual, para asegurar que un hecho remitía directamente a Dios, debía excluirse científicamente la posibilidad de que se debiera a cualquier otra causa. El milagro, así entendido, se convertía en una prueba de la existencia de lo sobrenatural. Sin embargo, aún reconociendo el contexto socio-cultural del momento, que en parte lo explicaba, esta presentación adolece de graves .limitaciones. a) Deforma la imagen de Dios, al menos la del Dios cristiano, quien, sobre todo en el NT, obra con gran discreción, rehuyendo todo lo apodíptico. Además de ofrecer la idea de un Dios que, para hacerse notar, tiene que romper o suspender su proyecto original de revelación en la creación. Esta visión del milagro demostraría no la “bondad” de la creación, sino su “insuficiencia”. Y respecto de Dios no subrayaría tanto su “señorío”, cuanto su falta de previsión. b) Deforma a la fe, convirtiéndola en simple resultado de una prueba, casi en una deducción empírica, en una conclusión necesa­ ria y, por tanto, no vivida y formulada desde la libertad. c) Deforma al mismo conocimiento científico, al que convierte en ídolo, capaz de conocer todo el secreto de la naturaleza, hasta el punto de identificar lo conocido con lo real. Hoy, sin embargo, la ciencia es más consciente, también, de sus limitaciones y posibilida­ des. 3 S. Agustín de Hipona, Contra Faustum 26,3 (PL 42, 480-481). NAT. GRACIA LX 1/enero-abril, 2013, 119-146, ISSN: 0470-3790 1 2 1

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz