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DOMINGO MONTERO I. HACIA UNA ACLARACIÓN DEL MILAGRO Hablar de milagros hoy no resulta cómodo; en torno a esta rea­ lidad surgen actitudes radicalmente opuestas, la del milagrerismo, que devalúa el milagro, y la del secularismo , que lo elimina. Pero, ¿qué es el milagro? La respuesta no es unívoca. Ya en la tradición teológica de la Iglesia imperaban distintas interpretaciones. Según santo Tomás: “Se llama milagro propiamente dicho a lo que sucede al margen de la naturaleza, y más propiamente lo que ocurre al margen del orden de toda naturaleza creada, de modo que sólo pueda hacerlo Dios”1. Y añade: “La palabra milagro viene de "admirar". Y la admiración surge cuando los efectos son manifiestos y la causa oculta. Como se admira alguien cuando ve un eclipse de sol y desconoce su causa. Ahora bien, es posible que la causa de un efecto perceptible sea desconocida por unos y conocida por otros. Por eso hay cosas admirables para algunos, que no lo son para todos; como el eclipse de sol, del que se admira el rústico, pero no el astrónomo. Se llama milagro a aquello que está repleto de admi- rabilidad porque su causa es desconocida para todos. Y esta causa oculta para todos es Dios. Por tanto, aquello que hace Dios al mar­ gen de la causalidad conocida por nosotros se llama milagro”2. Para santo Tomás, por tanto, el milagro cae fuera del curso normal de la naturaleza, y supone que la naturaleza es la realidad que conoce­ mos y como la conocemos. Pero no todos pensaban así. San Agustín, siglos antes, aceptando que Dios sea el responsa­ ble del milagro, no consideraba a éste como una ruptura del orden natural, sino inserto en ese orden natural previsto por Dios desde toda la eternidad. “Nosotros, escribe el santo, impropiamente deci­ mos que Dios hace algo contrario a la naturaleza, cuando es con­ trario a nuestro conocimiento de ella. Y llamamos naturaleza a lo que no es más que el curso acostumbrado y conocido que nosotros tenemos de la naturaleza. Pues Dios, creador y origen de toda la naturaleza, no hace nada contra la naturaleza, y a cada cosa le resul- 1 S. Tomás de Aquino, Summa Theologiae , I, q. 110, a. 4, c. 2 Ibid., q. 105, a. 7, c. 120 NAT. GRACIA LX 1/enero-abril, 2013, 119-146, ISSN: 0470-3790

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