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DOMINGO MONTERO por medio de Jesús; los demás habían sido curados, pero no salva­ dos, por su falta de fe. Por otra parte, los milagros son también una llamada a la con­ versión; no escucharla es una grave responsabilidad (Mt 11,20-24). Los milagros interpelan. 4) Perfil teocéntrico En la visión teocéntrica de Jesús, sus milagros remiten direc­ tamente a Dios; quieren patentizar a los hombres su rostro y su voluntad salvadora, y son una llamada a la fe en Dios. (En el cris- tocentrismo de la iglesia apostólica son también una llamada a la fe en Cristo). Respecto de Jesús, los milagros son el sello que garantiza su condición de enviado del Padre (Jn 5,36), y un testimonio de la comunión de amor existente entre ambos (Jn 10,37-39). Respecto de los hombres, son manifestación del amor preferen- cial de Dios a los pobres y humildes de la tierra; en ellos aparece el rostro de Dios compasivo con una nitidez y profundidad inéditas hasta entonces: el Dios que prefiere la misericordia a los sacrificios (Mt 9,13; 12,7). Los milagros de Jesús son la “tarjeta de visita” de Dios a su pueblo (Le 7,16). 5 ) Perfil escatológico Los milagros de Jesús son una fecha indicadora, un adelanto germinal de los cielos nuevos y la tierra nueva (IIa Pe 3,13), del reino de Dios. Sus curaciones apuntan, preanuncian el momento cuando Dios “en ju gará las lágrimas d e sus ojos ” y “no h a b r á llanto ni gritos d e d o l o f ’ (Apo 21,4). Las “resucitaciones” anticipan la situación de la nueva humanidad, en la que ya “no h a b r á muerte ” (Apo 21,4). Los milagros sobre las fuerzas de la naturaleza (agua, viento) por aquel por quien “todo f u e c r e a d o ” (Col 1,16) apuntan al momento final en que todo será renovado por quien es “el Alfa y la Omega, el Prin- 136 NAT. GRACIA LX 1/eneroabril, 2013, 119-146, ISSN: 0470-3790

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