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LA GRACIA ESPECÍFICA DE LA “MATERNIDAD DIVINA. 2. LA MARIOLOGÍA DEL CONCILIO VATICANO II Ya con estos puntos de vista, se llega al Concilio Vaticano II. La Mariología no podía menos de ser tema de un concilio que, en principio, quería ante todo ‘poner al día’ pastoralmente el mensaje de la Iglesia, más bien que presentar novedades dogmáticas en su doctrina. Pronto se decantaron las opiniones distintas respecto de la visión de María en el conjunto de la revelación. Y el primer pro­ blema que surgió, al parecer sólo accidental, fue el de dedicar a la doctrina mariana un tratado o constitución aparte, o, por el contra­ rio, incluirla en la constitución consagrada a la Iglesia. Ello de por sí no prejuzgaba ninguna de las dos visiones de la Mariología. Fue la escasa diferencia de 40 votos, en los 2188 emitidos, la que dio paso a la decisión de incluir en la constitución sobre la Iglesia la doctrina acerca de María la Madre de Jesús. Sería el capítulo VIII de la consti­ tución Lumen gentium . De la redacción del mismo capítulo podía depender la orienta­ ción en uno u otro sentido. El título definitivo del capítulo: “La B ien ­ aven tu rada Virgen M aría , M adre d e Dios, en el m isterio d e Cristo y d e la Iglesia ” tampoco estuvo exento de perplejidades iniciales. Una primera redacción se tituló “ Sobre la B ienaven turada Virgen M aría , M adre d e Dios y d e los hom bres ” con un subtítulo: “La bienaventu ­ rad a Virgen M aría, M adre d e la Iglesia La denominación M adre d e la Iglesia fue omitida en la redacción definitiva. No se aducen razones expresas. Quizás porque ‘Madre de la Iglesia’ significaría un momento anterior a su inclusión entre el pueblo de los redimi­ dos. La idea de que María, en virtud de la gracia santificante, que nos hace a todos hijos de Dios y miembros del Cuerpo de Cristo, entra en la historia de la revelación como un miembro de la Iglesia, no deja lugar para buscarle una categoría distinta. Una maternidad real-espiritual de María sobre la Iglesia podía parecer a algunos una contradicción: ponerla como madre de un cuerpo del que es miem­ bro. Además, destacarla por encima de todos los creyentes con una mediación especial de gracia restaría exclusividad a la Mediación única de Cristo hombre, como afirma San Pablo en 2Tm 2,5. NAT. GRACIA LX 1/enero-abril, 2013, 95-115, ISSN: 0470-3790 99

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