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LA GRACIA ESPECÍFICA DE LA “MATERNIDAD DIVINA. adquiere un sentido más determinado y concreto y, si se quiere, más entrañable: La misma expresión “Madre espiritual de todos los hombres”, como se expresa en la mariología tradicional41, no dice ‘maternidad’ en la constitución de la Iglesia como cuerpo, según explica el mariólogo Ziegenaus: Madre de la Iglesia en su ‘Ver- fafétheit’42 . Maravilloso connubio de la benevolencia de Dios en su desig­ nio salvador en Cristo: Por la gracia filial con Cristo, todos somos, con María, hermanos en la Iglesia, Pueblo de Dios. Por la gracia maternal de María, Cristo y cada uno como persona y todos como Iglesia, somos hijos de la Virgen. Derivaciones espirituales, analógicas o literarias, son siempre posibles mientras no desplacen el contenido esencial del dato revelado. Así puede decir San Lorenzo en el Marial: “¡Oh estupendo m ilagro! La Virgen María es Madre, Esposa, H erm ana e H ija dilectí­ sim a d e Cristo. En cuan to qu e Cristo es Dios, María es su Esposa y su Hija; en cuan to qu e es hombre, ella es M adre y H e rm an a ”. Hermana de Cristo y hermana nuestra; pero, ante todo, “Madre”. Una realidad paradójica desde una visión natural, pero rica de vivencias espiritua­ les en el misterio de la aceptación divina: hijos de Dios y de María. Lo demás son ramificaciones figurativas de una realidad esencial. La Maternidad divina de María, Madre de Cristo y “Madre de la Iglesia”. 41 B. Maria Virgo constituta est proxime et formaliter spiritualis omnium homi- num Mater tum per consensum in incamationem, tum per compassionem sub cruce. A. DE ALDAMA, Mariologia, en Sacrae Tbeologiae Summa , III, De Verbo incamato, Mariologia, De gratia Christi. De virttibus infusis. 3a ed. (BAC, Madrid, 1956), 476. 42 Cf. arriba nota 37. NAT. GRACIA LX 1/enero-abril, 2013, 95-115, ISSN: 0470-3790 115

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