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CARLOS MONTES PÉREZ La comparación entre organismos deficitarios de información interna y los suficientemente informados se expresa a través de la analogía con algunos animales destacados como el castor. Este ani­ mal desarrolla un programa innato. En cambio, el ser humano se vale de modelos, o sea, de sistemas simbólicos que permiten llevar a cabo las distintas actividades. Ahora bien, lo que caracteriza ple­ namente a estos modelos y los diferencia de otras formas significati­ vas, es el doble sentido con el que se llevan a la práctica. Así pues, el símbolo es entendido como un “modelo de algo” y, a la vez, “un modelo para algo”. Los símbolos son modelos de la realidad en cuanto que tienen como función tomar aprehensible una realidad, es decir, partir de situaciones concretas, físicas, geográficas, etc. En cambio son “modelos para”, cuando los sistemas simbólicos provo­ can instrucciones que ayudan a modelar tal realidad31. La posibilidad de desarrollar estos modelos con el doble sentido que acabamos de mencionar es algo que corresponde exclusivamente al hom­ bre. Estos “modelos para” se encuentran en toda la naturaleza, en cambio, los “modelos de”, modelos lingüísticos, gráficos, artísticos, etc. son muchos más limitados y más exclusivos. Junto a la doble funcionalidad de los símbolos como modelos, debemos referirnos también a dos tipos distintos: por un lado, los llamados símbolos cognitivos, y, por otro, los conocidos como símbolos expresivos. Los cognitivos son aquellos que expresan concepciones generales y cosmovisiones. Se trata sobre todo de fuentes religiosas y mitos. En cambio, los símbolos expresivos son aquellas acciones y rituales que permiten actuar fuera del ámbito de la cosmovisión. Se entien­ den por símbolos expresivos los rituales, en los cuales se activan las emociones humanas que proporcionan un sentido catártico con el que se reorganiza la experiencia personal dentro de la sociedad. La 31 “A diferencia de los genes y de otras fuentes de información no simbóli­ cas, que son sólo modelos para, no modelos de, las estructuras culturales tienen un intrínseco aspecto doble: dan sentido, es decir, forma conceptual objetiva a la realidad social y psicológica, al ajustarse a ella y al modelarla según esas mismas estructuras culturales .” Cl. GEERTZ, O. c., 92; Ver sobre esta doble característica en el símbolo: I. ROSSI From the Sociology of Symbols to the Sociology of Signs, New York, Columbia University Press, 1983, 57 y ss. 76 NAT. GRACIA LX 1 /enero-abril, 2013 , 59 - 91 , ISSN: 0470-3790

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