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CARLOS MONTES PÉREZ pensamiento, por tanto consiste, en gran medida, en formar tales modelos de experiencia con los cuales se interpreta el mundo. El pensamiento, en parte, se construye de forma pública, en la interacción que se produce en los espacios compartidos. Nada tiene que ver, por tanto, con lo que Gilbert Ryle llamó “la secreta caverna situada en la cabeza”. Esta concepción del pensamiento constituido por el tráfico de símbolos significativos convierte a la cultura en una ciencia observable como cualquier otra. Nuestro autor analiza las implicaciones de esta idea en el artículo titulado, “El desarrollo de la cultura y la evolución de la mente”, donde expone la conocida como teoría extrínseca del pensamiento20. Esta teoría se encuentra lejos de ser introspectiva, y se cuida refinadamente de ser reduc­ cionista en cuanto al condicionamiento público del pensamiento. Muestra interés, sobre todo, por los modelos de significación crea­ dos colectivamente para dar una finalidad a la acción21. A c c ió n h u m a n a : pen sa d a , sig n ific a d a y sim bó lica La acción, por tanto, se encuentra regulada por formas sim­ bólicas. Esta es la afirmación más determinante de la antropología simbólica, y en la que coinciden plenamente autores como V. Tur- ner, E. Leach y M. Douglas, entre otros. Las diferencias entre ellos aparecen cuando se trata de definir en qué consisten estas formas 20 Ver: Cl. GEERTZ, “El desarrollo de la cultura y la evolución de la mente” en La interpretación de las culturas. O. c., 60-83; E. GALANTER, y M. GESTENHABER, “On thought the extinsic theory” en Psychol. Review (1956) n° 63, 1956, 218-227. 21 “En suma, se ha producido un cambio general en el moderno análisis antropológico de la cultura y, dentro de ella, en el análisis de la religión como una de las partes fundamentales de la cultura; un cambio que parte de una concepción donde el pensamiento es entendido como un estado mental interno o un flujo de tales estados para llegar a una concepción donde el pensamiento es interpretado como la utilización por parte de individuos que forman parte de una sociedad de instrumentos como son la razón, la percepción, el sentimiento y la comprensión pública históricamente creados, símbolos, en el más amplio sentido del término” Cl. GEERTZ, Observando el Islam, el desarrollo religioso en Marruecos e Indonesia , Bar­ celona, Paidos Estudio, 1994, 121. 70 NAT. GRACIA LX 1/enero-abril, 2013, 59-91, ISSN: 0470-3790

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