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MODESTO BERCIANO de la unidad y de la paz, es la Iglesia convocada y constituida por Dios para que sea sacramento visible de esta unidad salutífera para todos y cada uno. Rebasando todos los límites de tiempos y lugares, entra en la historia humana con la obligación de extenderse a todas las naciones ”116. La Iglesia es sacramento de salvación para todos los pueblos. Entra en la historia humana universal, que es historia creada por Dios para la salvación. Por eso la misión de la Iglesia sobrepasa tiempos y lugares. Y la misión de la Iglesia para llevar la buena noticia se considera como una obligación, a fin de cumplir el plan divino. Como se dice más adelante: “Todos los hombres son llamados a fo rm a r parte del pueblo de Dios. Por lo cual, este pue­ blo, siendo uno y único, ha de abarcar el mundo entero y todos los tiempos, para cumplir los designios de la voluntad de Dios, que creó en el principio una sola naturaleza humana y determinó congre­ gar en un conjunto a todos sus hijos, que estaban dispersos (c f fn., l l , 5 2 ) ’ni7. En el capítulo de la Iglesia como pueblo de Dios, la constitu­ ción Lumen gentium habla de los no cristianos. Entre ellos hay dife­ rentes grados. En primer lugar, los judíos, el pueblo de las alianzas y promesas, en el cual nació Cristo; “pueblo según la elección, ama­ dísimo a causa de lospadres: porque los dones y la vocación de Dios son irrevocables (c f Rom., 11,28-29). Pero el designio de salvación abarca también a aquellos que reconocen al Creador, entre los cua­ les están en primer lugar los musulmanes... Dios tampoco está lejos de otros que entre sombras e imágenes buscan al Dios desconocido, puesto que les da a todos la vida, la inspiración y todas las cosas (c f Ac., 17,25-28); y el Salvador quiere que todos los hombres se salven (I. Tim., 2,4). Pues los que sin culpa desconocen el evangelio de Cristo y su Iglesia y buscan con sinceridad a Dios y se esfuerzan bajo el influjo de la gracia en cumplir las obras de su voluntad, conocida p o r el dictamen de la conciencia, pueden conseguir la salvación eterna... La Iglesia aprecia todo lo bueno y verdadero que entre ellos se da, como preparación evangélica, y dado por quien ilumina a 116 Lumen gentium, 9. 117 Ib., 13. 46 NAT. GRACIA LX 1/enero-abril, 2013, 9-58, ISSN: 0470-3790

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