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IGLESIA, RELIGIONES Y SALVACIÓN. jurídico. Otra consecuencia de esto sería que hay grados de per tenencia a la Iglesia como sacramento de Cristo. Hay quienes per tenecen a ella como organización social y visible y como lugar de salvación; y hay quienes pertenecen a ella en el segundo sentido. Y entre ellos habría que distinguir varios grupos: Los que creen en Dios y en Cristo y tienen, incluso sacramentos válidos; los que creen en Dios; y los que sin creer en Dios viven honestamente como hombres, como miembros de la humanidad una, asumida y salvada por Cristo77. Esta teología acerca de la Iglesia como sacramento fue objeto de importantes estudios en los años que precedieron al Concilio Vaticano II. Entre ellos hay que destacar ante todo el de De Lubac, quien repite y explica la idea expuesta antes: “La Iglesia es un miste- ño, lo cu a l equ ivale a d ecir qu e es también un sacram ento. Además d e ser la depositaría total d e los sacram en tos cristianos, ella m isma es el g ran sacram en to qu e con tien e y vivifica todos los demás. Ella es en el m undo el sacram en to d e Jesucristo, d e igual m an era qu e el mismo Jesucristo es p a r a nosotros, en su hum an idad , el sacram en to d e D ios”18. Especial mención merecen los libros de Otto Semmelroth: La Iglesia com o sacram en to original; publicado en 1953; y el de E. Schillebeeckx: Cristo sacram en to d el encuen tro con Dios, de 1957. En ambos se acentúan las ideas que acabamos de sintetizar: Cristo es el prototipo de toda sacramentalidad y el sacramento primordial, como Dios-Hombre. La Iglesia es la prolongación del misterio de la encarnación del Dios-Hombre, una vez que el cuerpo de Cristo ha adquirido una vida gloriosa y se ha hecho invisible en la historia. Como tal, la Iglesia constituye el sacramento primero y general del cristianismo. Este sacramento ha sido querido por Dios mismo; y en él están presentes la revelación y la salvación dadas por Cristo. Toda salvación es salvación dada por Cristo y por su cuerpo, la Iglesia. También la de los que no pertenecen a la Iglesia visible y llevan una vida honesta; también ellos se salvan por la Iglesia, como pertene- 77 Ib., 92-94. 78 H. DE LUBAC, Meditaciones sobre la Iglesia, Madrid, Encuentro, 21980, 163, cf . 163-187. La primera edición francesa es de 1952. NAT. GRACIA LX 1/enero-abril, 2013, 9-58, ISSN: 0470-3790 33
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