PS_NyG_2012v059n003p0515_0541

LA NUEVA EVANGELIZACIÓN, TAREA Y MISIÓN DE LOS COMPONENTES. 2. PROCLAMACIÓN DEL EVANGELIO Y DE LA PERSONA DE CRISTO Todo intento de presentar el Evangelio y la persona de Jesús al conocimiento y consideración de nuestros contemporáneos debe partir de la premisa de que la fe, en su sentido más fuerte, es una realidad que hoy en día resulta todo, menos obvia. No poseemos evidencia empírica de la existencia de Dios. Algunos, quizás mu­ chos, son quienes poseen una experiencia mística del Dios Bueno y Misericordioso. Pero, por otra parte, la enormidad del mal y del sufri­ miento existente en el mundo, supone una objeción teórico-práctica frente la pretensión del creyente en la existencia y bondad de Dios. “De ahí , escribe Pedro GÓMEZ, Nos sobren los motivos, O. c., .24, la necesidad de reconocer que la existencia humana proporciona motivos para que las actitudes ateas, agnósticas o escépticas puedan reconocerse como plenamente legítimas desde el punto de vista de la racionalidad o considerarse, incluso, las más naturales. De hecho todos conocemos a personas caracterizadas por una intensa activi­ dad de búsqueda, un elevado compromiso ético, una gran honradez intelectual y una autenticidad vital notable que no han accedido a la experiencia religiosa... Seamos nosotros también transparentes. Los creyentes no sabe­ mos cómo es Dios, aunque hayamos sentido su presencia, percibamos de algún modo su compañía y vivamos abandonados a su amor. No podemos verificar su existencia ni su bondad de un modo apodíctico, aunque poseamos a veces una certeza moral extraordinaria al res­ pecto. La fe estará siempre a caballo entre la certeza y la duda, entre la confianza y la inseguridad, entre la razonabilidad y el riesgo. Esto es algo sabidopor todas las tradiciones religiosas, también por la judía cuando sostiene que a Dios nadie le ha visto o que nadie puede ver a Dios sin morir (Ex 33,20). El cristianismo también afirma que a Dios nadie lo ha visto jamás, aunque añada a continuación una matiza- ción esencial: solo el Hijo lo conoce y aquel a quien el Hijo lo quiera comunicar (Mt 11,27). Es decir, la persona íntegra deJesús, suspala­ bras, sus acciones, su proyecto y su destino constituyen para nosotros el acceso privilegiado a la experiencia de Dios”. NAT. GRACIA LIX 3/septiembre-diciembre, 2012, 515-541, ISSN: 0470-3790 523

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz