PS_NyG_2012v059n003p0515_0541
SATURNINO ARA BURUGORRI ver con mayor lucidez los lugares y los senderos a través de los cuales colocar la cuestión de Dios en el centro de la vida de los hombres de hoy” (Lineamenta, 19). Los “ Lineamenta ” dedican unos logrados párrafos a destacar la necesidad de hablar de Dios, lo cual conlleva, como consecuencia, la posibilidad y necesidad de un análogo discurso sobre el hombre, le “emergencia educativa” descrita en el número 20 que concluye con estas expresiones: “La Iglesia posee en este sentido una tradi ción, es decir, un tesoro histórico de recursos pedagógicos, reflexión e investigación, instituciones, personas-consagradas o no consagra das, reunidas en órdenes religiosas y en congregaciones- capaces de ofrecer una presencia significativa en el mundo de la escuela y de la educación. Además, ese capital histórico, en cuanto se encuentra relacionado con las transformaciones sociales y culturales actuales, está también sujeto a cambios significativos. Por lo tanto, será opor tuno pensar en un discernimiento en este sector, para concentrar la atención en ciertos puntos críticos que los cambios están generando. Se deberán reconocer las energías delfuturo, los desafíos que requie ren instrucción adecuada, sabiendo que la tarea fundamental de la Iglesia es educar en la fe, en el seguimiento y en el testimonio, ayudando a entrar en una relación viva con Cristo y con el Padre”. El número 22, volviendo al contexto de la “emergencia educati va”, destaca la idea de la necesidad de disponer de hombres y mu jeres que con la propia conducta de vida sostengan el compromiso evangelizado^ idea grata al papa Pablo VI. Bajo el título de Objetivo de una “ecología de la persona huma- na ’\ se escribe en los Lineamenta. n. 21: “El objetivo de todo ese empeño educativo de la Iglesia es fácilmente reconocible. Se trata de trabajar en la construcción de lo que el Papa Benedicto XXVI define como una “ecología de la persona humana”. “Es necesario que exista una especie de ecología del hombre bien entendida. (...). El proble ma decisivo es la capacidad moral global de la sociedad. Si no se respeta el derecho a la vida y a la muerte natural, se hace artificial la concepción, la gestación y el nacimiento del hombre, si se sacrifican 528 NAT. GRACIA LIX 3/septiembre-diciembre, 2012, 515-541, ISSN: 0470-3790
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