PS_NyG_2012v059n003p0451_0480
PABLO GARCÍA CASTILLO tarea de universalización, esencial a la vocación misionera del nuevo mensaje, no sólo es de tener en cuenta esa conciencia de un Imperio Romano universal que pretendía incluir en su seno a todo el mundo habitado. Es tan importante, o incluso aún lo es más, el proceso de universalización de la lengua y la cultura griegas que conocemos con el nombre de “helenismo”. Fue precisamente el maestro de Gigon, Werner Jaeger quien, en las páginas de un pequeño libro4, nos hizo comprender que la creación de una cultura universal en lengua griega fue una condición indispensable para la irrupción y expansión de una religión cristiana también universal. Según afirma Jaeger, el cristianismo surgió y se di fundió en un mundo helenizado, es decir, en un mundo que hablaba griego y que mantenía y cultivaba como algo propio la religión, la educación, la filosofía y el modo de vida de los griegos. Este hecho fue decisivo incluso para el nacimiento de la palabra “helenismo”, ya que su creador, el historiador Johann Gustav Droysen5, según su propio testimonio, escribió la historia del helenismo por el convenci miento de que sin esta expansión de la cultura griega, tras la muerte de Aristóteles y Alejandro, habría sido imposible el surgimiento de una cultura cristiana mundial. He aquí sus palabras: “En mi opinión, la historia de los siglos del helenismo ha sido des cuidada en la mismaforma nefastaporfilólogos, teólogos e historiado res. Y, sin embargo, el cristianismo surge del helenismoy de él tomó las direcciones más notables de su primer desarrollo. La maravillosa apa rición de una cultura y una literatura mundiales, de una Ilustración total, hecho que caracteriza a los siglos inmediatos al nacimiento de 4 W. JAEGER, Cristianismo primitivo y paideia griega, México, FCE, 1965. 5 J. G. DROYSEN, Geschichte des Hellensimus, Tübingen, Wissenschaftliche Buchgemeinschaft, 1952-1955, 3 vols. En esta monumental obra, Droysen acuña el término “helenismo”, presentando la primera reconstrucción de este periodo de la historia que, en opinión de los especialistas, se extiende desde la muerte de Alejan dro Magno (323 a. C.) hasta la victoria de Octavio sobre Marco Antonio en la batalla de Actium, el año 31 a.C. o el año siguiente, cuando Octavio incorpora al Imperio como provincia a Egipto, último reino helenístico sometido a Roma. 4 5 4 NAT. GRACIA LIX 3/septiembre-diciembre, 2012, 451-480, ISSN: 0470-3790
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz