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CRISTIANISMO Y PLATONISMO. SEDUCCIÓN Y RECHAZO nicación del espíritu divino al alma humana, elevando así la natura leza humana desde el barro hasta lo divino. Una imagen del hombre contrapuesta al dualismo platónico, expuesto de forma sublime en el Fedón. Eso explica también que aquellos filósofos griegos que escucharon a Pablo no entendieran la resurrección de la carne. Es verdad, y se ha insistido excesivamente en ello con poco fundamen to, que en las religiones de los misterios se celebraba la muerte y re surrección de algunos dioses como Dioniso o Adonis. Y es también un hecho histórico que, cuando se realiza este anuncio de la divini zación del hombre, ya se había producido la divinización de algunos emperadores, lo que ciertos filósofos paganos entienden como algo semejante a la encarnación. Pero, a mi juicio, carece de fundamento cualquier analogía con la idea de un dios que, después de crear al hombre a su imagen y semejanza, al ver empañada esa imagen en el espejo deformado en que se convirtió por el pecado original, decide amorosamente hacerse hombre, elevando así al hombre a lo divino y dotándole de una dignidad sin precedentes en la filosofía griega. Este punto de la dignidad de la persona humana es también esencial. No puede negarse que los griegos, con su creación de la polis , exaltaron la igualdad y la libertad de los hombres de forma re levante. Pero no de todos los hombres, sino sólo de los ciudadanos. La mayor parte de los habitantes de las ciudades griegas eran escla vos, metecos, extranjeros, mujeres, trabajadores manuales. Ninguno de ellos tenía reconocidos sus derechos civiles y políticos. Platón levantó su voz por la igualdad de las mujeres y los hombres, ciuda danos, pero Aristóteles aún defendió la esclavitud como un hecho natural, pues hay hombres nacidos para mandar y otros para obe decer. Y los esclavos son sencillamente instrumentos animados. Esa discriminación disminuyó con el estoicismo. Zenón en su Politeia , afirmó la existencia de una comunidad humana universal asentada en el principio de Heráclito que afirma la existencia de una sola ley divina de la que las leyes humanas no eran más que pequeñas y fragmentarias partículas. Si el lógos es el principio universal, todos los hombres tienen la misma naturaleza e idéntica dignidad sólo por la posesión interior de esta razón. El título de ciudadano del mun- NAT. GRACIA LIX 3/septiembre-diciembre, 2012, 451-480, ISSN: 0470-3790 475
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