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PABLO GARCÍA CASTILLO En un viejo libro1, a cuyas páginas conviene volver con fre­ cuencia, Olof Gigon, profesor del Seminario de Filología Clásica de Berna, presenta una sólida visión de conjunto del proceso histórico en el que se desarrolló el cristianismo, dentro de la civilización anti­ gua. Según Gigon, el cristianismo irrumpe en un momento histórico y cultural muy definido, es decir, el momento en que se consolida la orientación de la historia política hacia un Imperio Romano univer­ sal y definitivo, que arranca de la victoria del ejército romano, a las órdenes de Lucio Emilio Paulo, sobre el último rey macedonio, Per- seo, en la batalla de Pidna, en el 168 a. C. Desde esta decisiva fecha, Roma se considera heredera del imperio de Alejandro y se abre paso la idea de que el Imperio Romano es una realidad histórica definiti­ va, el imperio destinado a dominar para todos los tiempos el mundo habitado. Y, si en el devenir de la historia política sobresale Roma como centro del universo, la historia del espíritu se encamina en ese momento hacia una cultura común grecorromana. En esta situación irrumpe el cristianismo, que se mantendrá en una confrontación dia­ léctica con la cultura antigua hasta la publicación de la Ciudad de Dios de San Agustín, que Gigon considera el punto de cierre de ese enfrentamiento y del influjo mutuo entre el cristianismo y la cultura clásica grecorromana. En esta coyuntura histórica, dice Gigon, “no hay más que dos corrientes de espíritu poderosas, cuya vita­ lidad interna no se deja reducir por nada: el platonismo y, a su lado, el cristianismo. Lo restante (dejando a un lado los textos mágicos bár­ baros y los cultos orientales) no es más que opedantería erudita -bien que altamente meritoriar- o ejercicios de clasicismo. Por eso, en un mundo que se desmorona, la confrontación entre platonismo y cris­ tianismo, como únicofenómeno de verdadero relieve, merece el centro de atención. Y ha de resultar sumamente esclarecedor colocar como término de nuestro ensayo los dos últimos grandes documentos de esta confrontación: el escrito del emperadorJuliano, elplatónico, Contra los galileos, del año 362/363, y los veintidós libros de La Ciudad de Dios 1 O. GIGON, La cultura antigua y el cristianismo, Madrid, Gredos, 1970. 452 NAT. GRACIA LIX 3/septiembre-diciembre, 2012, 451-480, ISSN: 0470-3790

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