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PABLO GARCÍA CASTILLO En conclusión, los apologistas realizaron una tarea inmensa, ya que tuvieron que expresar el nuevo mensaje en una lengua y unos géneros de expresión diseñados para transmitir el universo mental de la filosofía griega. De ahí proviene la enorme presencia de térmi­ nos y conceptos helénicos, a la vez que se constata la insuficiencia de este lenguaje para expresar una verdad que no sólo sobrepasa ese vehículo de expresión sino que tiene el carácter de inefable y anónima, porque no puede contenerse en la inteligencia de los hom­ bres ni en el acrisolado lenguaje filosófico griego. Ciertamente podríamos continuar la historia de seducción y re­ chazo entre el platonismo y el cristianismo a través de las obras de los alejandrinos, Clemente y Orígenes, como hace Jaeger, para concluir en la perfecta asimilación y superación de la cultura griega en la obra de los padres capadocios, Basilio, Gregorio Nacianceno y Gregorio de Nisa. En obras tan decisivas como el Protréptico , al que antes nos hemos referido, o el Pedagogo 18 de Clemente de Alejandría, nació la teología especulativa basada en un nuevo concepto del Logos , que no sólo es principio del universo, como en los estoicos, sino también maestro, pedagogo y salvador del hombre. Es un cambio radical en la visión de Dios, del hombre y de la misma historia. La verdadera p a id e ia es la religión cristiana, cuya fuente era el Logos divino, la Palabra que había creado el mundo y que había irrumpido en la his­ toria para conducir al hombre a su salvación. Y algo semejante cabría señalar en relación con Orígenes, la mente seguramente más erudita y más filosófica de la Iglesia antigua19, el cual, tanto en su gran obra doctrinal, el tratado De los principios 20, como en sus Comentarios y Hom ilías , muestra un enorme aprecio por la filosofía platónica, a la 18 Véase la excelente edición bilingüe de Marcelino Merino y Emilio Redondo: Clemente de Alejandría: Elpedagogo, Madrid, Ciudad Nueva, 1994. 19 Así al menos lo considera uno de los grandes especialistas y traductor de las obras de Orígenes, que ha escrito también un ensayo importante sobre la rela­ ción entre el cristianismo y la cultura griega. Me refiero a M. SIMONETTI, Cristiane- simo antico e cultura greca, Roma, Borla, 1990. 20 Una excelente edición es la de H. CROUZEL - M. SIMONETTI, Origéne: Traité desprincipes , Paris, Cerf, 1978-1984, 5 vols. 460 NAT. GRACIA LIX 3/septiembre-diciembre, 2012, 451-480, ISSN: 0470-3790

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