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Ma PAZ FRANCO MÓDENES Desde un punto de vista biológico, existe una gran variabilidad interindividual en el proceso de envejecimiento estableciendo que la mayor parte de las personas estarían ubicadas en el rango nor­ mal de esta variabilidad (Mella, González, D’Appolonio, Maldonado, Fuenzalida y Díaz, 2004). Así, el término envejecimiento orgánico pretende establecer los cambios producidos en nuestro cuerpo con el paso de los años. Pero no todas las personas envejecen de la misma manera (Giró, 2006). Aunque han sido muchos los intentos para predecir cómo será el proceso de envejecimiento de los seres humanos, solo se ha podido llegar a la conclusión de que cada indi­ viduo es su edad cronológica, es decir, la fecha de su nacimiento. En todos los demás aspectos se encuentra una gran variabilidad en el envejecimiento de cada persona. Esto es debido a que el transcurso del tiempo no es igual para todos los individuos y que el enveje­ cimiento orgánico no es un estado sino un proceso diferencial de cambio. Así, dos personas con la misma edad cronológica pueden presentar diferentes ritmos en su proceso de envejecimiento (Belsky, 2001; Schaie, 2003). Por tanto, además de la edad cronológica se puede hablar de una edad biológica, una edad psicológica y una edad social. De esta manera, la edad psicológica se refiere a la capacidad adaptativa de los individuos, es decir, hasta qué punto pueden adaptarse a las exigencias ambientales cambiantes en comparación con el resto de individuos de su misma edad cronológica o de otras edades. Y en esta diferenciación aparece el sentimiento de felicidad. Y es que, con la edad, varía la intensidad de las emociones. Las personas mayores que asumen estos cambios fisiológicos, psicológicos y sociales con naturalidad presentan mayores capacidades para llevar a cabo una búsqueda constante de la felicidad en los actos más cotidianos de la vida. Así, cuando hablamos de la variable personalidad, nos estamos haciendo eco de las características que definen a una persona, pero también de la relación que se establece con la ACTITUD. Esta acti­ tud marca la diferencia entre unas personas mayores y otras. Unas se presentarán altamente preparadas para manejar sentimientos y emociones, y podrán gestionar todas sus competencias y técnicas 440 NAT. GRACIA LIX 3/septiembre-diciembre, 2012, 433-448, ISSN: 0470-3790

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