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ÁNGEL INFESTAS GIL Esa oposición visceral a la sociología como ciencia de la socie­ dad no se explica únicamente como una condena de las afinidades de sus iniciadores con la causa republicana, ni tampoco como una reacción a las connotaciones revoluciones que suscitaba su afinidad etimológica con el ‘socialismo’, la bestia negra de la derecha europea en esa época. En el fondo, se rechazaba una concepción del hombre y de la sociedad que cuestionaba los mismos cimientos del orden social vigente, algo que las élites políticas y económicas europeas intentaban defender mediante intervenciones autoritarias. Respecto a Portugal, lo resume acertadamente Sá cuando escribe: “À noçâo de urna realidade social viva, dinámica, em perma­ nente mutaçâo, condicionante do homem que nela vive mergulhado, e que o homem por sua vez transforma à medida que vai apreendendo e agindo sobre as linhas de força que a determinam, isto é, à medida que vai captando as leis sociais, contrapos-se o conceito de urna socie- dade considerada orgánicamente como um corpo, o corporativismo como designaçâo política. Foi um longoperíodo de imobilismo mental, que tem produzido sobressaltos agora que o movimento nacional de libertaçâofe z abater as barreiras do obscurantismo”(1978: 8-9). El carácter tradicional de las fuerzas políticas y militares que propiciaron el golpe de estado en 1926 y la instauración del Estado Novo seis años más tarde, suponía un rechazo explícito de cual­ quier proyecto modernizador en cualquiera de sus manifestaciones9. Desde esa actitud inmovilista e intransigente se comprende que el rechazo de la sociología se convirtiera en una cuestión de estado y 9 “Le régime a réprimé toute interrogation académique sur le monde social, de la littérature à la musique, des mathématiques à la médecine -surveillance systé­ matique des enseignements, interdiction d’enseigner. Dans certains cas limites, cette interdiction a touché des institutions, comme la Faculté de lettres de l’Université de Porto, fermée de la fin des années 1920 au début des années 1930. En ce qui con­ cerne la sociologie, discipline qui évoquait dangereusement aux oreilles du dictateur le terme «socialisme» et dont, en réalité, «il n’a jamais su exactement ce qu’elle était», la situation était ambivalente. Pratiquée selon les thèmes non polémiques inspirés par l’école de Le Play, elle était tolérée a minima mais n’avait aucune reconnaissance institutionnelle. Si elle s’aventurait dans des voies différentes et plus critiques envers l’ordre établi, elle était purement et simplement interdite” (Pereira 2009: 157). 402 NAT. GRACIA LIX 3/septiembre-diciembre, 2012, 383-432, ISSN: 0470-3790

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