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ÁNGEL INFESTAS GIL En el proceso de constitución de una ciencia nueva, cuando los límites interdisciplinares son borrosos y los procesos institucio- nalizadores indecisos, resulta muy difícil determinar el momento en que esa ciencia adquiere carta de naturaleza en una sociedad y en su comunidad científica. Antes de llegar a ese punto, han de darse necesariamente unas condiciones de posibilidad, que en el caso de la sociología se centran en la objetivización de su contenido, la so ciedad, y en la conciencia de reflexividad de su estudio. La primera condición se refiere a la consideración objetiva de la misma sociedad, es decir, que se la estudie como distinta y, en cierta medida como distante, de los individuos que la componen, como algo ajeno a ellos. Esto presupone la afirmación del individuo como sujeto, de la subjetividad, que empieza a romper su dependencia de los grupos a los que pertenecía hasta entonces y a relacionarse más o menos autónomamente con los demás, creando una realidad social que no se explica sin los sujetos, pero cuya existencia va más allá de los mismos. Ahí también radica la pretensión de cientificidad en el estudio de la realidad social objetivada; es decir, la aproximación a esa realidad desde su observación sistemática y controlada, sometida a reglas que permitan la comprobación y la contrastación de las con clusiones, así como la posibilidad de transformación implícita en el conocimiento así obtenido. De acuerdo con esta segunda condición, la reflexividad, los sociólogos adquieren conciencia más o menos clara de la influencia de su intervención sobre la sociedad, más allá del mero análisis. Estas condiciones se dieron durante el proceso de transición de la sociedad tradicional a la sociedad moderna. De ahí la relación estrecha que siempre se ha establecido entre la modernidad y la sociología, como nueva ciencia de lo social, fundada en la observa ción empírica, más allá de presupuestos filosóficos y religiosos, que legitimen las relaciones y estructura sociales. La sociología requiere, en primer lugar, un cambio de actitud ante los hechos sociales, que, en cierto modo, se naturalizan y se ven como resultado de las acciones humanas; y, en segundo lugar, 384 NAT. GRACIA LIX 3/septiembre-diciembre, 2012, 383-432, ISSN: 0470-3790
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