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ÁNGEL INFESTAS GIL dad de la sociología, como ciencia de la sociedad, por parte de los pensadores sociales o de los gobernantes ante los cambios que se producían (o éstos pretendían que se produjeran) en la sociedad portuguesa, o por el contrario, esa demanda obedecía a influencias externas, al factor ‘moda’. Una u otra respuesta ayudaría a compren­ der la función social que sus iniciadores atribuían a esta ciencia social. El segundo criterio se refiere a la influencia que los sucesivos sociólogos (o pensadores sociales) portugueses ejercieron y ejer­ cen sobre los continuadores de su tarea ¿En qué medida se puede observar una continuidad de pensamiento sociológico a lo largo de este siglo largo en Portugal? ¿Hasta qué punto descubrimos ca­ racterísticas propias de la misma en todas esas etapas de su breve historia? De acuerdo con estos criterios, se pueden distinguir claramente tres momentos: la primera época que recoge las aportaciones de los ‘pioneros e iniciadores’ y las vicisitudes que atravesó su iniciativa durante los primeros treinta años del Estado Novo); la segunda, de institucionalización inicial, que abarca los años sesenta y los años setenta inmediatamente anteriores a la reinstauración democrática, y la tercera, la actual, que es la etapa de institucionalización definitiva de la sociología portuguesa en su triple dimensión (académica, teó­ rica y profesional). Sólo las dos primeras son consideradas en este artículo. 392 NAT. GRACIA LIX 3/septiembre-diciembre, 2012, 383-432, ISSN: 0470-3790

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