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LUIS ANDRÉS MARCOS límites como sistema de sentido para la vida. De otro modo, lo que hemos aprendido los lectores es que pensar el sistema científico como trato con toda realidad era una ilusión, una ficción. Aprende­ mos un desengaño. Pero si nosotros aprendemos en el desengaño, no así sucedió con Avito que no terminó de aprender, pues cuando se encontró siendo abuelo (Epilogo de la novela), lo único que se le ocurrió es decirle a Marina que van a hacerse cargo del nieto, pero que él iba a intentar de nuevo hacerle genio, aunque esta vez sin contar con la intervención de D. Fulgencio y Marina, que fueron los que cambia­ ron el rumbo de Apolodoro en el primer intento. Porque Avito, como Don Quijote, dado su cerrado sistema de signos, no puede aprender de su enfrentamiento con la realidad, pues creen que su sistema de signos da cabida a toda posible realidad. El lector unamuniano por tanto, es convocado no a la explica­ ción de lo que lee (no se niega esto pero no es suficiente) sino a cobrar experiencias con lo que lee. Unamuno propone leer con toda la vida del hombre concreto que somos, pues los libros no transfor­ man si no leemos desde las entrañas, desde la íntima individualidad, desde el alma, como decía Platón. Por eso quiere lectores y no pú­ blico. Leer desde la íntima individualidad significa que de antemano el lector ponga en juego todas sus constantes existenciales sin dejar de lado ninguna de sus preocupaciones, incluida la sed de inmorta­ lidad, que es de donde surgen el arte y el juego, como nos ha dicho Unamuno en una cita anterior. Y un juego es lo que Unamuno nos propone en esta novela, o mejor, esta novela misma es un juego. Porque es el juego el que nos permite salir de la lógica. “Porque ¿qué otra cosa es el sentimiento cómico sino el de la emancipación de la lógica, y qué otra cosa sino lo ilógico nosprovoca la risa? Y esta risa ¿qué es sino la expresión corpórea del placer que sentimos al vernos libres, siquiera sea por un breve momento, de esa feroz tirana, de esefatum lúgubre, de esa potencia incoercibley sorda a las voces del corazón?” (376). 336 NAT. GRACIA LIX 2/mayo-agosto, 2012, 313-339, ISSN: 0470-3790

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