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MIGUEL DE UNAMUNO. EL JUEGO DE LA LÓGICA Y LA LÓGICA DEL JUEGO por eso se refugió en lapoesía; en ella cabe lo penumbroso, lo nimbá- tico, lo inefable” (439). La novela Amor y Pedagogía es una autorepresentación de Una- muno como autor10. 3. (¿Y EL LECTOR?) Después del título de la novela, lo primero que escribe Unamu- no es una dedicatoria al lector: El autor dedica este libro al lector , dice. Y en el Prólogo-Epílogo de 1934, sigue refiriéndose al lector: “Al lectory no a los lectores, a cada uno de estosy no a la masa -público- queforman. Y en ello mostré mi propósito de dirigirme a la íntima individualidad, a la individual y personal intimidad del lector de ella, a su realidady no a su apariencialidad. Ypor eso le hablaba a solas dos, oyéndonos los respiros, alguna vez las palpitaciones del corazón, como en un confesionario. Que ésta no es obra depúlpito. Ni de tribuna política ” (188-189). Esto puede entenderse como una mera formalidad o bien como un hecho real, que el autor escriba para los lectores. Todos los au­ tores escriben para lectores, pero no en toda obra aparece el lector como personaje dentro de la novela con quien el autor establece un diálogo. Esta aparición del lector dentro de las novelas es lo que W. ISER llama lector implícito, es decir, el lector que se configura por las reglas que el autor fija para determinar sentido al texto. La función que Unamuno le concede al lector implícito es que lo usa como me­ diador para que el lector efectivo, que podemos ser cada de noso­ tros, sepamos cómo ha de llevarse a cabo la lectura. Nosotros como lectores efectivos, al leerlo nos damos cuenta que está plagado de dicotomías y alternativas: razón frente a vida, ciencia frente a natura- 10 Cf. F. LA RUBIA PRADO, Unamuno y la vida como ficción , Madrid, Gre- dos, 1999, 239-248. NAT. GRACIA LIX 2/mayo-agosto, 2012, 313-339, ISSN: 0470-3790 333

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