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SAN FRANCISCO EL REAL, DE SALAMANCA. EL BICENTENARIO bajo dominio del bando patriota; los franceses perdieron, en dos nuevas ocasiones, entre octubre y noviembre, el control de la ciudad del Tormes. Pero Salamanca volvió a manos francesas, ahora ya durante dos años y medio, desde el 30 de noviembre de 1809, hasta junio de 1812, tras la derrota aliada en Alba de Tormes (Salamanca). Esta penúltima ocupación se inició con una violenta represión de los franceses, que vengaron su derrota en Tamames con el fusilamien­ to de 600 prisioneros. A continuación, el mariscal Ney exigió a los conventos y al vecindario de la ciudad contribuciones muy elevadas. Además, a partir de entonces, los franceses decidieron fortificar la ciudad ante una posible acometida aliada. Esta prolongada ocupación francesa sólo se interrumpió cuando la guerra dio un nuevo giro, desde comienzo de 1812, tras el despla­ zamiento de una parte de los ejércitos franceses a la campaña de Ru­ sia. El 16 de junio, Wellington, ocupó Salamanca, encontrándose el barrio de Los Milagros incendiado por el mariscal Marmont9, jefe del ejército de Portugal, al salir de la ciudad. La batalla de los Arapiles tuvo lugar el 22 de julio y la victoria se celebró en Salamanca con un “Te Deum”, el 24 de julio, con una serie de homenajes a la Constitu­ ción de Cádiz, en la Plaza Mayor y en la Catedral, que comenzaron el 1 de agosto, y con varios días de fiesta en los que se corrieron novillos y se encendieron fuegos artificiales. En los meses siguientes se produjo un cambio institucional al sistema liberal, con la publica­ ción y juramento de la Constitución, la formación del Ayuntamiento 9 Auguste Frederic Louis Viesse de Marmont, Duque de Ragusa (1774-1852). Fue un militar francés que alcanzó el grado de mariscal del imperio napoleónico en 1809. En julio de 1810, Marmont sucedió a Masséna en el mando del ejército francés del norte de España. Con su llegada los franceses retoman la iniciativa en la guerra peninsular. Acude en socorro de las tropas francesas asediadas en Ciudad Rodrigo, en otoño de 1811, a pesar de la presencia del ejército inglés. Su planteamiento estra­ tégico fue un éxito, lo que le animó, meses más tarde, a plantear batalla al propio Wellington en la batalla de Arapiles, donde será gravemente herido en el brazo y en el costado derecho. Cedió el mando a Clausel, que logró salvar lo que quedaba del ejército francés retirándose hasta Burgos. NAT. GRACIA LIX 2/mayo-agosto, 2012, 289-311, ISSN: 0470-3790 293

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