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SAN FRANCISCO EL REAL, DE SALAMANCA. EL BICENTENARIO despejado para que las guarniciones francesas pudieran hostigar con francotiradores y fuego graneado de artillería a los asaltantes aliados que se acercaran. San Vicente sólo podía ser atacado con alguna efectividad a través de campo abierto por el norte, ya que por el sur estaba protegido por el barranco que terminaba en el río Tormes y al este había otro precipicio infranqueable. Además los aliados no tenían material de asedio adecuado, como el que habían usado en Ciudad Rodrigo, sólo contaban con cuatro cañones de campaña de 18 libras y tenían que esperar a que llegaran otros seis cañones de asedio y más munición que estaban de camino desde la localidad lusa de Almeida. La artillería de la época napoleónica era de dos tipos: montada, ligera o de campaña y de a pie, pesada o de asedio. En el caso de la primera, los artilleros iban a caballo junto a las piezas y sus armones; mientras que las baterías de a pie iban andando, con gran aparataje e impedimenta, transportado en carros. La montada tenía, por tanto, mayor movilidad y velocidad que la otra y su función consistía en apoyar de cerca a la caballería y a la infantería. La batería típica de la época constaba de seis piezas; por lo general, varios cañones con uno o dos obuses. La trayectoria del proyectil de los primeros era casi horizontal, mientras que en el caso de los segundos llegaba a describir un arco bastante alto antes de caer y explosionar. Los obu­ ses se clasificaban por el calibre, la medida de la boca de la pieza, y los cañones, por el peso de las balas que disparaban. Las piezas de artillería de este tiempo eran una versión a mayor escala de los mosquetes y las pistolas de ánima lisa y de avancarga, pues se cargaban de forma muy similar. No tenían ningún meca­ nismo para amortiguar el retroceso y, después de cada disparo, los artilleros debían volver a situarlas en su posición inicial. Tampoco disponían de ningún sistema de alza o mira para mejorar la puntería, por lo que solían usarse disparando por saturación del objetivo, es­ perando que el azar o la mala suerte del enemigo hiciera posible dar en el blanco. Los proyectiles consistían en balas metálicas redondas y en bolsas o botes de metralla. Estos dos últimos se empleaban para disparar contra concentraciones de tropas y contenían pequeñas NAT. GRACIA LIX 2/mayo-agosto, 2012, 289-311, ISSN: 0470-3790 301

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