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SAN FRANCISCO EL REAL, DE SALAMANCA. EL BICENTENARIO arroyo de Curtidores, que desemboca en el Tormes bajo las actuales calles Ancha, Empedrada y Vaguada de la Palma. Tras el sitio, la toma y el salvaje saqueo al que los aliados some­ tieron a Ciudad Rodrigo en enero de 1812, al dejar al descubierto la frontera hispano-lusitana por aquel lado, se hizo sentir más vivamen­ te la importancia estratégica de la posición de Salamanca, convertida así en puesto avanzado de los ejércitos imperiales napoleónicos en el occidente de la Península. Napoleón ordenó al mariscal Marmont18 que estableciera en Salamanca su cuartel general y que trabajase activamente en fortificar dicha plaza para defenderla de los aliados. Convencido de la urgencia que ofrecía la ejecución de tales trabajos, Marmont se había dedicado a esa tarea sin perder tiempo, aprove­ chando los abundantes conventos construidos sólidamente y que con algunos arreglos se convertirían en excelentes fortificaciones. Se eligieron los tres ya citados: San Vicente, San Cayetano y La Merced. Para situar a los salmantinos actuales o a los que conozcan la ciudad, diremos que estamos hablando de la zona que rodea el Instituto de la Vaguada de la Palma y el Palacio de Congresos y Ex­ posiciones de Castilla y León. Si miramos desde el río Tormes hacia la Vaguada, San Vicente estaría en el cerro que hay a la izquierda, donde está construyéndose desde hace mucho tiempo el Museo Ar­ queológico de la ciudad, en el solar en el que estuvo situado hasta hace pocos años el Colegio Mayor de Ntra. Sra. de Guadalupe, el tradicionalmente conocido como “El Hispano”. La Merced estaría a la derecha, situado más o menos en el espacio que ahora ocupan las Facultades de Ciencias y Matemáticas. Y el convento de San Ca­ yetano, cuyos restos aparecen detrás y por encima del Palacio de Congresos, en lo que fue una pista de atletismo, en la zona conocida como los jardines del Botánico. Toda esta zona quedó desvastada por las obras de fortificación de los franceses, la batalla y obras del 18 General francés en la Guerra de la Independencia. Invasor de Sala­ manca, fue nombrado “doctor honoris causa” por la Universidad. Cuando se acaba la ocupación con la derrota y huida del ejército francés, el claustro de profesores revocó su nombramiento. NAT. GRACIA LIX 2/mayo-agosto, 2012, 289-311, ISSN: 0470-3790 299

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