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ERASMO DE ROTTERDAM Y FELIPE MELANCHTHON… nat. gracia LIX 1/enero-abril, 2012, 123-147, ISSN: 0470-3790 129 Lutero, matiza que no escribe contra la persona del reformador sino contra sus ideas, reconoce que fue animado por Roma a dar con- testación, y no comprende que el contrario lo ataque con insultos y violencia mientras trabaja en silencio en su obra De libero arbitrio . Pese a lo tenso de la situación Melanchthon no quería perder el contacto con el líder humanista 11 . Si Erasmo se quejaba de algunas posiciones protestantes, estaba en su derecho. Melanchthon ya había hecho suyas experiencias en este sentido: había criticado a sus com- pañeros protestantes en cuestiones relacionadas con las humanitates y con temas de religión, sobre todo cuando la religión es invadida por el egoísmo y la ambición. Pero al mismo tiempo Melanchthon protege a Lutero: afirma que la obra de Erasmo había sido recibida en Wittenberg con ecuanimidad 12 . La culpable de que la situación se hubiese vuelto angustiosa es la tiranía que reina en la Iglesia, que prohíbe pronunciarse en cuestiones religiosas y teológicas, cuando esa libertad debería ser compartida por todos. Melanchthon conti- núa, reconoce que a algunos les hubiera gustado un Erasmo más moderado y que incluso tiene que admitir que en algunos temas había esparcido “ sal negra ”. Por otro lado, Lutero no es un soberbio incapaz de encajar una crítica, y confía en que le responderá desapa- sionada y sosegadamente. Esto es una suposición, Lutero en ningún momento le prometió nada. Melanchthon recordó a Erasmo que el tema debía debatirse, aunque produjese agitación y discusiones. Lu- tero a sus ojos era un profeta y los profetas han de ser reconocidos por muchos. Erasmo respondió inmediatamente 13 ; repitió lo que había con- testado en su última carta. El humanista era consciente de que en ambos bandos había personas dispuestas a luchar, pero que el ob- jetivo no debía ser eliminar al contrario. En todo caso las disputas dañaban más la causa que le servían de utilidad, y preferiría no tener que presenciar la tragedia porque en las confrontaciones hirientes 11 Cf. Allen 5, 549. 12 Cf. Allen 5, 553. 13 Cf. Allen 5, 593.
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