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ERASMO DE ROTTERDAM Y FELIPE MELANCHTHON… nat. gracia LIX 1/enero-abril, 2012, 123-147, ISSN: 0470-3790 125 un viaje a Bretten, acompañado por su amigo humanista Camerarius que siguió camino hasta Basilea para encontrarse con él, consideró que su visita podría utilizarse en las disputas, a punto de estallar, entre el humanista y Lutero. No se puede descartar que Erasmo deseara hablar con Melan- chthon de las causas de su desacuerdo con Lutero y tomase a mal su conducta, aunque siempre lo negó. De hecho, apreciaba a Me- lanchthon de manera distinta que a Capito, Ecolampadio y Zuinglio los cuales, en su opinión, estaban ya sometidos a la nueva tiranía auspiciada por el espíritu de la libertad evangélica; mientras que a Melanchthon esa afiliación simplemente le había sido adjudicada. Si lo hubiese visitado, Erasmo lo hubiera recibido encantado: “ si hubie- ra venido, habría hablado de todo con usted ” 3 . En su Oratio Melanchthon no pretende detallar la vida de Eras- mo, sólo intenta subrayar aquellos rasgos que más le han impresio- nado. Entre las características de su personalidad pone de relieve su talento, inteligencia y prudencia y, después de enumerar sus grandes obras, hace hincapié en la gran difusión e influencia que han teni- do. Ya sea en su lenguaje elegante, en sus buenos consejos o en sus reflexiones, Melanchthon haya siempre en Erasmo la excelencia. Para su discurso escoge de entre sus obras tres: el Nuevo Testamen- to , Querela pacis y los Adagia , agrupando así teología, filosofía y filología. Erasmo y Melanchthon estuvieron juntos veinte años. Cuando Ecolampadio, su gran amigo en Tubinga, le recomienda al gran hu- manista, Melanchthon promete convertirse en un segundo Erasmo, “ con su talento, su elocuencia, su cultura y moral ”. Erasmo, por su parte, tiene muy buena opinión del joven humanista y pone en él muchas esperanzas, hasta el punto de considerar que algún día le haga sombra 4 . 3 Allen, 5, 550. 4 Cf. Allen, 3, 18.

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