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HÉCTOR IGNACIO RODRÍGUEZ ÁLVAREZ 84 nat. gracia LIX 1/enero-abril, 2012, 81-122, ISSN: 0470-3790 en las que toneladas de información fluyen tan aceleradamente y de tan diversas maneras que producen innumerables planteamientos y posturas, pero también muchísimas preguntas y carencias de sentido. En el planteamiento kierkegaardiano, la noción de deses- peración se presenta como un eslabón fundamental dentro de su constructo discursivo, y sin esa particularísima comprensión de su significado, es imposible ensamblar aquella propuesta escapista, esa fuga del mundo que encontramos en su discurso fideísta. Una fuga que, en cuanto necesidad eudemónica individual, nos parece que antecede en varios sentidos a esa imperiosa responsabilidad social –que cada día parece tener más derechos sobre el yo–. Kierkegaard señala la existencia de algunos falsos supuestos que se tienen sobre la desesperación, provenientes de un uso laxo y superficial de la noción 113 . Nos explica cómo se ha generalizado, la creencia que concibe la desesperación como algo extraño y muy poco común; junto a ello la creencia de que para su diagnosis basta con una leve auto-revisión personal 114 . Nuestro autor se opone a estos supuestos, y en su investigación intentará demostrar que, por el contrario, la desesperación es una enfermedad universal 115 , y que requiere de una revisión especial- mente profunda en cada persona. A semejanza de la definición dada por nuestra lengua, Kierke- gaard concibe la desesperación como afección del espíritu, y por pertenecer a una época y una cultura tan concentrada en –o tan distraída con– lo sensible, ya encontramos una evidente dificultad. Para Kierkegaard, el diagnóstico de una enfermedad como ésta, no puede ser elaborado por cualquier persona ni de cualquier 113 Nos dice: “ Por cierto que la que suele fundarse en meras apariencias es la consideración habitual de la desesperación, que por eso mismo no es más que una perspectiva superficial de la cosa, es decir, una absoluta falta de perspectiva” S. KIERKEGAARD, La Enfermedad Mortal , Madrid, Trotta, 2008, 44 114 S. KIERKEGAARD, La Enfermedad Mortal, O. c., 44. 115 ID.

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