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HÉCTOR IGNACIO RODRÍGUEZ ÁLVAREZ 114 nat. gracia LIX 1/enero-abril, 2012, 81-122, ISSN: 0470-3790 un modo más preciso: el error, como toda acción del yo, siempre se realiza delante de Dios 156 . En relación a esto Kierkegaard nos dice: El pagano y el hombre natural están de acuerdo en conceder que el pecado existe, pero ese «delante de Dios», que es lo que pro- piamente hace que el pecado sea pecado, representa para ellos una exageración enorme e inconcebible. Esto sería a sus ojos dar dema- siada importancia a la existencia humana, con un poco menos ya se conformarían... 157 . Aquí se muestra que el error es esa noción común que existe entre “el pagano”, “el hombre natural” y Kierkegaard, pero nuestro autor se sitúa desde una posición en la que presume un plus de con- ciencia: que todo error se comete delante de Dios y por eso, todo error es en esencia pecado, independientemente de lo insensato que esto pueda parecer a un no-creyente. Retomando la noción de desesperación, como aquel acto de rebeldía en el que la voluntad con pretensiones de autosuficiencia, desconoce su origen y naturaleza, Kierkegaard nos reiterará el asun- to desde la visión del pecado diciéndonos que: Hay pecado cuando, una vez que mediante una revelación divina ha quedado esclarecido qué cosa sea el pecado, uno no quiere desesperadamente y delante de Dios ser sí mismo, o cuando, también de una manera desesperada y delante de Dios, quiere ser sí mismo 158 . Esto no quiere decir, que el querer ser sí mismo nos lleve irre- mediablemente a la desesperación, el asunto queda determinado por 156 “…la antigua dogmática tenía razón al afirmar que lo que acrecentaba la gravedad del pecado era cabalmente el hecho de que éste fuese contra Dios. La equi- vocación estaba en que se consideraba a Dios como algo exterior y al mismo tiempo se suponía que solamente algunas veces se pecaba contra Dios. Sin embargo, Dios no es nada exterior, algo así como un policía. Aquí lo que importa decisivamente es que el yo tenga la idea de Dios, y, no obstante, no quiera lo que Dios quiere, ni se someta a obediencia… todo pecado es cometido delante de Dios” ( Ib ., 107.) 157 Ib ., 108. 158 Ib ., 125.
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