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PRELUDIO DEL ESPÍRITU. UNA LECTURA CONTEMPORÁNEA DE LA DESESPERACIÓN… nat. gracia LIX 1/enero-abril, 2012, 81-122, ISSN: 0470-3790 111 particulares, nos explica que no son pocos los casos en los que, efectivamente, el yo está seguro de haber perdido aquel yo. …por más que el desesperado alcance un éxito completo en la empresa de la pérdida del propio yo, hasta haberlo perdido de tal manera que no se note para nada…, no obstante, la eternidad pondrá de manifiesto que su situación era desesperada y volverá a enclavarlo a su propio yo, con lo que el suplicio permanecerá, al serle imposible deshacerse de su propio yo quedando al descubierto que lo del éxito era un ensueño 151 . Esta advertencia y enjuiciamiento, son capaces de cuestionar la vida del hombre con la más segura de las apariencias, y se fun- damenta en una apelación a la interioridad intemporal, con la que, según el autor, el hombre tiene que enfrentarse tarde o temprano. Es un cuestionamiento que nos muestra la prioridad de la atención al mundo interior y la vanidad de lo temporal, continúa: También puede ser que nuestro hombre recurra a las distrac- ciones o cosas semejantes –por ejemplo, al trabajo y al ajetreo como medios de distracción– para encontrar íntimamente el modo de defender una cierta penumbra sobre su propia situación, pero cui- dándose muy bien al mismo tiempo de no ver claro por qué lo hace, es decir, que está haciendo todo eso para fomentar aquella penumbra y ensombrecimiento propios. Y, finalmente, incluso puede acontecer que nuestro hombre tenga conciencia de que está trabajando así con el fin de hundir su alma en la oscuridad, haciéndolo con una cierta perspicacia y cálculo prudente, intencionadamente psicológicos, pero sin saber, en el sentido más profundo, lo que verdaderamente está haciendo y cuánta desesperación hay en su modo de comportarse, etc., etc… En la vida del espíritu no se da ningún reposo –en realidad tampoco se da ningún estado, sino que todo es actualidad–. Por tanto, si un hombre no pone en práctica lo justo inmediatamente que lo ha reconocido, entonces, sin lugar a dudas, lo primero que empieza a paralizarse es el conocimiento 152 . 151 Ib ., 42. 152 Ib ., 71.
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