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PRELUDIO DEL ESPÍRITU. UNA LECTURA CONTEMPORÁNEA DE LA DESESPERACIÓN… nat. gracia LIX 1/enero-abril, 2012, 81-122, ISSN: 0470-3790 101 La pregunta que nos surge de inmediato es: ¿siempre que nos hemos equivocado a este respecto, ocasionándonos un mal-estar corporal, ha sido por ignorancia? Aludir a un ejemplo desde esta perspectiva corporal, parece ser un medio que promete ayudarnos a aclarar este asunto del error, la voluntad y la ignorancia. Aparentemente, errar es algo que todos evitamos, pero ¿será posible que nuestra voluntad promueva el error en ciertos casos?, ¿de ser así, cómo puede explicarse este asunto? Vayamos al ejemplo. Un hombre adicto a sustancias psicotrópi- cas, se encuentra en proceso de rehabilitación. Por casualidad, un día se topa con el antiguo proveedor de dichas sustancias, y después de una breve conversación, el proveedor le ofrece su mercancía. Mientras se rehabilitaba, el paciente llegó a tener claro que reinci- dir en el consumo representaba un craso error, pero ahora, que se encuentra frente a la posibilidad de obtener de nuevo las sustancias que antes consumía, ¿deseará errar y reincidir en el consumo? ¿Cómo puede explicarse que el yo a pesar de comprender lo erróneo de un acto, su voluntad admita la consumación del error? Supongamos que, dadas las circunstancias, para este personaje se torne deseable el acto de volver a consumir aquellas sustancias, que le han ofrecido; pero llevemos el caso un poco más lejos, y su- pongamos que el paciente termina por recaer, y acepta la mercancía, ¿estaría en este caso errando por ignorancia? La respuesta no es tan sencilla… Por un lado, podría parecernos que no yerra por ignorancia, ya que, poco antes del ofrecimien- to del proveedor, tenía claro que recaer en el consumo, le traería consecuencias indeseadas y perjudiciales a su salud; sin embargo, viéndolo desde otro punto de vista, quizá nos parezca que sí actúa por ignorancia, ya que, de estar convencido en ese momento, y plenamente consciente de que el consumo lo perjudicaría, no habría actuado de tal manera. ¿Qué ocurre? El consumo de las sustancias significaba la ce- sación de unas ansias descontroladas, ansias generadas por el pla- cer que le traería la sustancia o por una carencia bioquímica en su
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