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JUAN RAMÓN FUENTES JIMÉNEZ 72 nat. gracia LIX 1/enero-abril, 2012, 51-77, ISSN: 0470-3790 que incorporamos después. Sobre esta cuestión, Mill es claro y en- tiende que los sentimientos morales son adquiridos, no innatos. Por lo tanto, la facultad moral no pertenece a la naturaleza humana, sino que más bien es un producto de la naturaleza humana 95 . Por lo tan- to, podemos concluir que el utilitarismo tiene una base sentimental emotiva. Y el sentimiento principal en ese sentido es el sentimiento social de la humanidad, o lo que es lo mismo, el sentimiento por el bien común, por el interés de todos. Ese sentimiento social de la humanidad, que, bien entendido, nos lleva a la felicidad general, es la llave que abre los sentimientos de cada individuo y hace que cada uno se interese por los demás y por sus circunstancias como si fueran las propias. Ese sentimiento supone que los individuos salgan de su reducto personal para encon- trar en el otro y en sus intereses un motivo para actuar moralmente: En la medida en que cooperan los hombres sus fines se identifi- can con los de los demás. Se produce, al menos, un sentimiento provi- sional de que los intereses de los demás son sus propios intereses 96 . Ese sentimiento social, hedonismo social, es tan relevante para Stuart Mill que, como bien indica él, es “ la sanción última de la mo- ralidad de la mayor felicidad ” 97 . Así, el ser auténticamente moral no puede soslayar al otro, que sale a su encuentro y le impele a que lo considere como a sí mismo . Tan importantes son los sentimientos para John Stuart que éste quiere darles mayor categoría que la que proporciona la etiqueta moral. Y el autor los sitúa en el terreno de lo que llama verdadera religión. Esto conecta con la idea de religión y con la esencia de la misma, en relación a sentimientos y emociones. Así esos sentimientos son más que moralidad, son una religión 98 . 95 O. c., 82. 96 O. c ., 84. 97 O. c., 87. 98 Cf. J. S. MILL, La Utilidad de la Religión , O. c ., 80. Esa verdadera religión es la denominada por Mill Religión de la Humanidad. Para Mill englobar esos senti- mientos sólo como algo moral resulta insuficiente, son religión; y así la esencia de la

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