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JUAN RAMÓN FUENTES JIMÉNEZ 68 nat. gracia LIX 1/enero-abril, 2012, 51-77, ISSN: 0470-3790 Sería de desear que quedase bien determinado lo que se entiende por moral cristiana. Si por ello se entiende la moral del Nuevo Testa- mento, me asombra que cualquiera que haya obtenido en tal libro su ciencia, pueda suponer que fue concebido o anunciado como una doctrina completa de moral. El Evangelio se refiere siempre a una moral preexistente, y limita sus preceptos a aquellos puntos particu- lares sobre los que esta moral debía ser corregida o reemplazada por otra más amplia y más elevada. Además, se expresa siempre en los términos más generales, a menudo imposible de interpretarlos literal- mente, y siempre con más unción poética que precisión legislativa 88 . Tras este fragmento podemos colegir que aún no nos ofrece Mill una delimitación clara de lo que es moral cristiana. Será más adelan- te cuando el propio Mill identifique esta moral con lo que vendría mejor en denominarse moral teológica, siendo, por ello, algo que se ha formado al socaire de la Iglesia cristiana, sobre todo, durante los cinco primeros siglos, habiendo sido modificada mínimamente por los individuos 89 . Mill realiza otra crítica en su deseo de determinar claramente lo que es la moral cristiana. Y en esa visión se mueve entre la aproba- ción global y las matizaciones particulares. La moral cristiana, para Mill contribuye mucho al desarrollo moral de Europa, si bien la en- tiende como una actitud reaccionaria frente al paganismo. Llama a la virtud personal, pero solicita absoluta sumisión y obediencia en los individuos; sanciona las actitudes sexuales casi en su totalidad y sin embargo llama al amor, todo ello en un discurso ambiguo y muy general. Tal es la visión de Mill: Sería yo el último en negar lo mucho que la especie humana debe a esta moral y a los primeros que la extendieron por el mundo, pero me permito decir que, en muchos aspectos, es incompleta y exclusiva; y que si las ideas y sentimientos que ella no aprueba no hubieran contribuido a la formación de la vida y al carácter de Europa, todas las cosas humanas se hallarían actualmente en mucho peor estado 88 O. c., 109. 89 O. c., 109.

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