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Un nuevo paradigma para las relaciones entre Comunicación… nat. gracia LIX 1/enero-abril, 2012, 7-49, ISSN: 0470-3790 15 ante aquellas personas que son objeto de la propia noticia que trans- mitimos. Detrás de toda información hay personas y muchas veces esto se olvida por parte de quienes emiten la noticia. Esas personas y las circunstancias en que se hallan (que son las que propician que su situación sea noticiable) son quienes habrán de orientar la información y el modo en que esta se dé, pues son en primer lugar quienes, en muchas ocasiones, “sufren” la noticia. En segundo lugar la responsabilidad del comunicador, en tanto que emisor, es para aquellos a los que se dirige el periodista y hace llegar la información. El respeto en ambas direcciones deberá ser la brújula que oriente permanentemente la actividad del comunicador. El auge de las telecomunicaciones ha contribuido, en gran me- dida, a que desaparezca radicalmente el valor que durante siglos, en las sociedades tradicionales, tuvo el mensajero: el ángel, en su sentido etimológico, en tanto que portador fiable de noticias. “Qué hermosos son sobre los montes / los pies del mensajero / que anuncia la paz, / que trae buenas nuevas, / que anuncia salvación,/ [...]” 12 , nos recuerda el profeta. Todavía hoy en día numerosos periódicos conservan el recuerdo del homólogo pagano que precediera al án- gel, esto es, Mercurio (nombre de la divinidad latina con que se rebautizó al Hermes griego) o el mensajero de los dioses al que la iconología artística renacentista y barroca diera tanto realce 13 . Sea cual haya sido el nombre o apariencia del mensajero en épocas ante- riores, lo cierto es que en nuestros días la tv y, posteriormente y de un modo impensable hasta hace poco más de una década, Internet, han acabado con una forma de vida en la que la transmisión de las informaciones era personal, y en la que la larga espera (casi siempre en la ignorancia de lo ocurrido) sometía a hombres y mujeres que vivían en sociedades incomunicadas entre sí en el espacio y para las que la distancia suponía un obstáculo notable a la hora de conocer qué ocurría fuera de sus comunidades respectivas. 12 Is. 52, 7 . 13 Cf. E. M. MOORMANN y W. UITTERHOEVE, De Acteón a Zeus. Temas de mitología clásica en literatura, música, artes plásticas y teatro, Madrid, Akal, 1997, 186-191.

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