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ASUNCIÓN ESCRIBANO HERNÁNDEZ 48 nat. gracia LIX 1/enero-abril, 2012, 7-49, ISSN: 0470-3790 Probablemente si el comunicador orienta su mirada junto con la selección de las noticias y su esperanza hacia la construcción de un mundo diferente del actual, se encuentre de repente inmerso en un espíritu profético de denuncia y una preferencia clara por los que su- fren. La proximidad entonces al mensaje que los profetas bíblicos y las Bienaventuranzas nos enseñan no estaría del todo desencamina- da de su concepto de comunicación, y una nueva forma de trabajar en los medios se estaría abriendo camino. Como se ha señalado, la deontología profesional de los comunicadores emana de las empre- sas y corporaciones y es sostenida, asimismo, por aquellos de quie- nes, económicamente, dependen tales empresas de comunicación. Esto implica que cuando los códigos deontológicos chocan con los intereses particulares sea a favor de estos de quienes se actúe. Sin embargo, frente a lo convencional de tales códigos deon- tológicos, la conciencia ética con que los Evangelios impregnan a quien se acerca a ellos hace que sus actos se rijan por un sentido del deber enmarcado en las coordenadas de la virtud y la ética cris- tianas. Es así como el comunicador cristiano sabe que, por encima incluso de las empresas, lo prioritario realmente son las personas y sus circunstancias, y que estas siempre habrán de ser más importan- tes que el capital y los beneficios. Que nunca reciba el comunicador un reproche semejante al que el teólogo Gustavo Gutiérrez deseaba evitar de los pobres “por un hablar que no ha sabido antes escuchar y compadecer, ser sensible a los sufrimientos de los otros” 68 . A partir de estas humildes reflexiones, he propuesto un intento de poner en práctica un modo de comunicar que no sea mediante el grito, la mentira, la confrontación y otras formas que, al fin y al cabo, intentan elevar la palabra de quien las utiliza a cualquier pre- cio. Pues, no en vano, no es así como el comunicador cristiano debe orientar su trabajo, sino mediante el susurro eficaz en el que Elías descubrió la voz de Dios. Recordemos cómo, en el libro primero de los Reyes, se nos relata el modo en que llegó hasta el profeta, que 68 G. GUTIÉRREZ, La densidad del presente, O. c., 70.
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