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ASUNCIÓN ESCRIBANO HERNÁNDEZ 44 nat. gracia LIX 1/enero-abril, 2012, 7-49, ISSN: 0470-3790 interpretación. Y esto es algo que siempre ha estado presente en todo proceso comunicativo a lo largo de la historia, fuera cual fuese su forma de manifestarse, desde los primeros versículos del Evange- lio de Lucas 61 hasta la última frase de los noticiarios actuales: “Así son las cosas y así se las hemos contado”. Antes vimos cómo el emisor es responsable de buena parte de la interpretación deslizada conscientemente entre la información. Algo que, en muchos casos, se intenta disfrazar mediante coletillas como la mencionada antes y que pudo escucharse en nuestro país durante largo tiempo en una cadena de tv (Antena 3), cuando fina- lizaba su noticiario. Con el lema “Así son las cosas y así se las hemos contado” se pretendía convencer al receptor de que esta cadena contaba toda la verdad. En esta línea, existe un importante peligro potencial que hay que tener en cuenta y que es el de cómo lleva a cabo el receptor la interpretación de los hechos narrados por los medios. Es evidente que, por su parte, el receptor es libre de realizar su propia interpretación y valoración de aquellos contenidos infor- mativos que le llegan. Pero en cualquier caso, el receptor debería ser crítico y estar formado en el consumo de los medios de comunica- ción, y no creer, ingenuamente, que estos le ofrecen una mera rela- ción de hechos, pues lo que en realidad se le transmite con ellos son no pocas opiniones implícitas. “Informarse cuesta”, escribió ya hace más de una década Ignacio Ramonet en este sentido 62 , y los propios medios deberían incidir en esto y acuciar a la audiencia a ser crítica y a exigirles el cumplimiento de sus responsabilidades. 61 “Puesto que muchos han intentado narrar ordenadamente las cosas que se han verificado entre nosotros, tal como nos las han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares y servidores de la Palabra, he decidido yo tam- bién, después de haber investigado diligentemente todo desde los orígenes, escri- bírtelo por su orden, ilustre Teófilo, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido”, Lc 1, 1-4 . 62 Más recientemente ha insistido en esta misma idea otro autor al manifes- tarse en términos parecidos: “Informarse es una tarea que requiere la grave respon- sabilidad de interpretar por uno mismo los acontecimientos”, V. MÁRQUEZ PAILOS, “ ¿Decir las verdades? Apología de la fe a la intemperie ”, O. c., 58.

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