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ASUNCIÓN ESCRIBANO HERNÁNDEZ 42 nat. gracia LIX 1/enero-abril, 2012, 7-49, ISSN: 0470-3790 Jesús. También hoy deberá tenerse en cuenta por parte del comuni- cador en medio del mundo en que lleva a cabo su tarea. De esta manera, en tanto que enmarcado en un contexto “pro- fético”, el comunicador cristiano ha de atender también, por tanto, a lo justo y amoroso como elemento esencial de su discurso y su men- saje. Es más, el ámbito de los medios de comunicación en nuestros días está demandando de los creyentes signos reales de testimonio y compromiso con quienes sufren. Somos nosotros quienes debemos mostrar el amor que Dios tiene a los hombres. Así, ninguna injusti- cia debería ignorarse, porque el dolor que provoca atenta contra lo sagrado, haciendo de ella una noticia relevante para el comunicador cristiano y de la que jamás un verdadero profeta apartaría la vista. La mirada del profeta-comunicador tendría que tener como horizonte abierto, de nuevo se hace inevitable su evocación, las bienaventu- ranzas, mensaje con el que Jesús retoma el objetivo de los profetas de hacer del reino de Israel el Reino de Dios. Sin duda alguna ese es el contexto al que todo comunicador debería aspirar. VI. RECEPTOR Hablar del receptor es, en cierto modo, llegar al final del proce- so comunicativo. Pero, a semejanza de lo que ocurre en el proceso literario, en el lector es al mismo tiempo el destino final de lo escrito por el autor, el receptor (como el lector) constituye el punto a partir del cual cobra sentido todo el proceso anterior y los pasos recorridos hasta dar con él. En este sentido desde el receptor, como a su modo desde el lector en la analogía señalada, podemos hablar de la co- municación como interpretación, de la comunicación como aquello que cobra sentido a la luz del receptor al que llega, por fin, aquello que alguien (el emisor) puso en funcionamiento al proceder a emitir un mensaje. Desde este punto de vista, da un paso más adelante monseñor Juan del Río cuando señala que “la comunicación es por esencia dialógica y para que sea tal no es posible serlo sin la refe-

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