PS_NyG_2012v059n001p0007_0049

ASUNCIÓN ESCRIBANO HERNÁNDEZ 40 nat. gracia LIX 1/enero-abril, 2012, 7-49, ISSN: 0470-3790 dentro del propio Cristianismo existen notables fisuras. No es algo que nos honre pero tampoco debe acomplejarnos, pues, sociológi- camente, se trata de una constante en todos los grupos humanos y modelos de organización. Sin embargo, debemos aprender a convi- vir con ello pues, como nos reitera San Pablo, “hay diversidad de carismas, pero un mismo espíritu” (i Co. 12, 4; 7, 7). En cualquier caso, por último, lo referido hasta aquí contribuye a la aparición de intereses de todo tipo que conducen hacia una clara distorsión del mensaje trasmitido ante la oposición de unos y otros para acallar las denuncias ocultando la realidad. Así como el Reino fue conscientemente ignorado por los poderes representados tanto por Roma como por Jerusalén, de igual manera sus ecos con- solidados se intentan acallar en la sociedad actual desde numerosos flancos. De todas estas caras del conflicto cristiano con lo social dan buena cuenta los Evangelios porque Jesús se vio interpelado por dicho conflicto de una manera notablemente agresiva, mendaz y violenta. Conviene recordar, por lo tanto, que no resulta más fácil hoy en día para el comunicador, cristiano o no, contar qué pasa en el mundo de una forma fiel a la verdad y sin tomar partido previamen- te. No pocos teólogos se han interpelado sobre la postura elegida por el propio Jesús ante el conflicto social en que vivió. De un modo particular, Aguirre responde que su actitud fue: Ni pasividad cínica ni violencia reactiva. Jesús ni se fue al desierto desinteresándose de todo, ni propugnó nada parecido a una toma del poder [...] No aspiró a la toma del poder y a su gestión; se situó en un plano más profundo, pero no menos político: en el de la trans- formación de las relaciones sociales y humanas, en el ideal de convi- vencia nacida de la aceptación de la soberanía definitiva de Dios en la vida personal y colectiva 58 . Ahora bien, nos engañaríamos si creyésemos que como pro- fesionales de la comunicación nuestra misión está únicamente en 58 R. AGUIRRE, El evangelio de Jesús y la paz , en Estudios Trinitarios , vol. xli, nº 3, septiembre-diciembre 2007, 513-541, 525-526.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz