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ASUNCIÓN ESCRIBANO HERNÁNDEZ 30 nat. gracia LIX 1/enero-abril, 2012, 7-49, ISSN: 0470-3790 padres para solucionarlo con éxito 38 . Quizás, por esto, no esté de más preguntarnos acerca de cuál es el mensaje que se transmite en la comunicación de nuestros días. ¿Cómo se fabrica hoy una noticia? 3. L a verdad La pregunta con que se ha concluido el apartado anterior en- laza de lleno con el tercero de los elementos que han sido seña- lados como necesarios a la hora de elaborar un mensaje correcto y adecuado: el concerniente a la verdad de los contenidos que se comunican 39 . Sin embargo, somos conscientes de que los medios de comunicación no se caracterizan actualmente por su fidelidad a la verdad sino por la propia creación de “su verdad”. En realidad se trata de un concepto muy debatido por la filosofía del pasado siglo y que ahora no es el tema que aquí nos ocupa. Pero por lo que afecta a los comunicadores, no deja de llamar la atención hasta qué punto sigue manteniendo su vigencia el siguiente texto de Oswald Spen- gler (¡escrito en 1922!) en el que, con suma clarividencia, su autor señalaba, dando por hecho ya entonces, la sustitución que el perió- dico haría de los libros 40 , así como los peligros para las sociedades democráticas de determinado modo de entender la comunicación: ¿Qué es la verdad? Para la masa, es la que a diario lee y oye. Ya puede un pobre tonto recluirse y reunir razones para establecer “la verdad” –seguirá siendo simplemente su verdad. La otra, la verdad pública del momento, la única que importa en el mundo efectivo de 38 Ib. , 128-129. 39 Acerca de las implicaciones filosóficas de este tema, cf. J. M. CHILLÓN, Verdad informativa y veracidad informadora: ¿puede hacer algo el periodismo por la verdad? , en Estudios filosóficos , 59, 2010, 43-68. 40 O. SPENGLER, La decadencia de Occidente. Bosquejo de una morfología de la Historia universal. Madrid, Espasa Calpe, 1932, vol. iv, 291, donde leemos que “el pueblo lee un diario, “su” diario, que en millones de ejemplares entra todos los días en todas las casas, mantiene a los espíritus bajo su encanto, hace que se olviden los libros […]”.

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