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Un nuevo paradigma para las relaciones entre Comunicación… nat. gracia LIX 1/enero-abril, 2012, 7-49, ISSN: 0470-3790 25 un lenguaje –ha manifestado, en este sentido, Rafael Aguirre al ana- lizar la terminología de los evangelios– implica privilegiar un deter- minado tipo de experiencia de la realidad, a la vez que conlleva una forma precisa de interpretarla” 28 . Pero, como he escrito ya en otro lugar 29 , no se trata sólo de una cuestión de capacidad y de corrección sino, incluso, de intención. Si malo es desconocer la lengua peor aún es manipularla; conocerla para hacer un mal uso consciente de ella y convertirla, mediante un uso equivocado, en arma ideológica. La prostitución a que determinadas palabras, y la lengua en general, han sido sometidas en momentos cruciales de la reciente historia europea, por ejemplo, deberá mantenernos alerta en este sentido. De la infinitud de vejaciones a que se ha demostrado que puede ser sometida la palabra una de las peores es, sin duda alguna, la de utilizarla, precisamente, para aquello opuesto a lo que es su ra- zón de ser. Convertirla en medio para incomunicar es, así, desde un punto de vista simbólico, una aberración semejante a utilizar nues- tras manos para matar o destruir, cuando su cometido biológico, des- de el momento en que se alzaron para despegarse ya por siempre del suelo fue, por el contrario, el de ayudar a mantener la vida sobre la tierra. Al fin y al cabo, una comunicación cristiana implica ejercer el acto de la mediación como un acto verdaderamente humano pero puesto al servicio del anuncio de Dios entre los hombres. No en vano, diferencia al hombre del resto de los animales sobreponerse a la competitividad violenta de lo biológico mediante el recurso del habla y el lenguaje. El uso incorrecto de la palabra, por el contrario, hasta cotas insospechadas en una sociedad como la nuestra que ha hecho, incluso, del eufemismo un auténtico ídolo al que venera y 28 R. AGUIRRE, La mesa compartida. Estudios del NT desde las ciencias socia- les . Santander, Sal Terrae, 1994, 139. La importancia evidente de esta idea ya la puso de manifiesto Wittgenstein hace medio siglo al señalar que los límites de nuestro lenguaje son, al fin y al cabo, los límites de nuestro propio mundo. 29 Cf. A. ESCRIBANO HERNÁNDEZ, Hacia una pastoral de la comunicación. Cristianismo y medios de comunicación en la era de la globalización , O. c .
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