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ASUNCIÓN ESCRIBANO HERNÁNDEZ 24 nat. gracia LIX 1/enero-abril, 2012, 7-49, ISSN: 0470-3790 “la cultura de la imagen se ha impuesto y, de hecho, parece que las noticias hay que verlas para creerlas” 25 . Esta evolución, en definitiva, es la causante de que la comunicación entre los miembros de las nuevas generaciones se lleve cabo, a comienzos del siglo xxi, en un formato notablemente distinto del de sus progenitores 26 . Es del todo comprensible, por tanto, que un pensador de la lucidez del ya mencionado Lledó haya llamado la atención sobre este tema: En el mundo de la visualidad, –ha escrito el filósofo– en la inun- dación continua de las imágenes, es más necesario que nunca el cui- dado del lenguaje, el cuidado de la interpretación; de lo que hacemos con ese lenguaje para que pueda ser captador y asimilador de imáge- nes que lo enriquezcan y lo estimulen y para que, sobre todo, pueda rechazar ese dominio de esperpentos que nos acosa 27 . Por tal motivo, teniendo eso en cuenta –así como por deforma- ción profesional–, en estas páginas me centraré en la palabra como elemento destacable de la comunicación. Desde este punto de vis- ta, y puesto que no sólo filólogos y comunicadores, sino también otros profesionales, y entre ellos los teólogos, están de acuerdo en la necesidad de prestar atención al lenguaje utilizado, el comunicador cristiano habrá de conocer y dominar a la perfección el código de la comunicación para que su tarea sea honesta y eficaz. “La adopción de 25 R. G. GÓMEZ, “ Exigencia: información al instante ”, O. c . Las palabras citadas corresponden a Carlos Barrera, para quien “nos sentimos como huérfanos de realidad si no nos llegan imágenes. Y las imágenes provocan mayor impacto, como es lógico, y mayor capacidad de reacción que cuando sobre un evento o una noticia no las hay”, Ib. 26 Hace tiempo que la literatura de ciencia ficción lleva aproximándose a este tema. Cf., entre lo más reciente, la novela de G. SHTEYNGART, Una súper triste historia de amor verdadero, Barcelona, Duomo ediciones, 2011, donde el autor se asoma a un futuro del que podría decirse que se halla a la vuelta de la esquina. Por otra parte, la evidente sustitución de la lectura por los videojuegos entre los ado- lescentes y jóvenes implica la existencia de un marco nuevo y distinto con respecto a generaciones anteriores. De nuevo por citar alguna investigación reciente, cf. J. I. IMAZ BENGOETXEA, Pantallas y educación: adolescentes y videojuegos en el País Vasco , en Teoría de la Educación , 23, (1) 2011, 181-200. 27 E. LLEDÓ, Imágenes y palabras, O. c. , 159.

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