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Un nuevo paradigma para las relaciones entre Comunicación… nat. gracia LIX 1/enero-abril, 2012, 7-49, ISSN: 0470-3790 19 La verdad de lo comunicado y la sinceridad de quien lo comu- nica son el baluarte primordial de la comunicación. Esto es así por- que, aunque no lo creamos, el testimonio personal sigue teniendo hoy una notable vigencia. El mundo de nuestros días no escucha ya las disputas teológicas, pero se rinde, quizás como nunca, ante la persuasión de los actos. Buena parte del éxito de los programas y concursos televisivos conocidos bajo la denominación de reality show de los últimos años radica en cómo los espectadores vemos ac- tuar (durante las veinticuatro horas del día) a los protagonistas entre ellos, decidiendo los propios espectadores qué grado de coherencia ofrecen los comportamientos de los participantes. Más allá de la ca- pacidad de engaño de que dispongan los concursantes, no deja de llamar la atención el hecho de que las productoras apelen a ciertos valores de colaboración y respeto como aquellos imanes esenciales de los concursantes ante la audiencia. Probablemente el éxito de estos formatos radica en el hecho de que, fruto quizás del descrédito enfermos, las viudas y los huérfanos, ganando con seguridad a un gran número de ellos para la nueva religión, sino que además una minoría fue capaz de sensibilizar en el imperio a grandes sectores de la sociedad en favor de esos grupos desfavoreci- dos, y con ello no sólo los ganó para el cristianismo, sino que además les asignó una nueva tarea en la sociedad”, C. MARKSCHIES, ¿Por qué sobrevivió el Cristianismo en el mundo antiguo? Salamanca, Sígueme, 2009, 60, 67 y 68-69 respectivamente. De manera parecida, si bien desde perspectivas metodológicas –e incluso ideológicas– diferentes, se pronuncia Rodney Stark al poner de manifiesto la diferencia de com- portamiento que tuvieron las comunidades judeocristianas, en relación con otras, ante catástrofes y mortandades de la época como fueron las epidemias, hecho que generó una importante respuesta de conversiones en masa que favoreció a la reli- gión naciente. En definitiva, “algo distintivo se introdujo en el mundo con el desarro- llo del pensamiento judeocristiano: la unión de un código ético social superior con la religión. […] Lo nuevo resultaba ser la noción de que era posible la existencia de relaciones entre los humanos y lo sobrenatural distintas a las del trueque por interés personal. […] como Dios demuestra su amor por medio del sacrificio, los humanos deben demostrar su amor mediante el sacrificio a favor del prójimo . Además, tales responsabilidades debían extenderse más allá del ámbito de las familias y las tribus, en realidad a ‘todos aquellos que en cualquier lugar invoquen el nombre de nuestro Señor Jesucristo’ (1 Corintios 1,2). Estas ideas eran revolucionarias”, R. STARK, La expansión del Cristianismo. Un estudio sociológico,O. c., 84-85.

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