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BERNARDINO DE ARMELLADA Ciertamente el teólogo se encuentra con un espacio revelado del que la razón no puede desviarse: Que el destino definitivo de la humanidad y de cada persona en particular tiene exclusivamente dos metas de llegada, el cielo (unión definitiva y feliz con Dios) o el infierno (separación de Dios definitiva y atormentada). Desde San Agustín y a lo largo de la posterior mentalidad agustiniana, a los niños muertos sin el bautismo, es decir sin la gracia que les hicie ra dignos de entrar en el cielo, sólo les quedaría el infierno, como situación definitiva para su inmortalidad eterna. Todavía en el siglo XIV el famoso teólogo agustino Gregorio de Rímini (+1358) sostenía la idea de los tormentos atroces del infierno como afectando a los niños muertos sin Bautismo. Por eso fue apellidado irónicamente “tortor infantium” (atormentador de los niños)3. Otros teólogos, con siderando la eximente de no haber cometido pecados personales, pensaron que tales criaturas sufrirían las penas eternas en un grado ínfimo respecto de los demás condenados por pecados personales. Pero la idea del infierno de fuego eterno, incluso moderado, parecía una crueldad que se avenía mal con la bondad y justicia de Dios. Y desde S. Anselmo de Aosta quedó en la Escolástica, como opinión casi común, un ‘infierno’ sin tormentos, en que los niños gozarían de una paz y alegría meramente naturales. Se dio a ese estado final el nombre de ‘limbo’ (borde, margen), situación o lugar que congre garía a los niños muertos sin bautismo en una eternidad sin la visión de Dios, pero en una plena felicidad natural. Era inevitable que la imaginación encontrara espacio para forjar las más curiosas escenas de entretenimiento eterno. Pero esto significaba un deshonor del fin sobrenatural, rebajado a una cotidianidad terrestre, sólo que pasada al más allá. Fácil estrategia para salir del paso, que la teología actual considera insostenible: una especie de banalización de la seriedad del misterio. 3 Cf. MARTÍN GRABMANN, Historia de la Teología , trad. D. Gutiérrez, Madrid, 1946, p. 142. 672 NAT. GRACIA LV1II 3/septiembre-diciembre, 2011, 669-694, ISSN: 0470-3790
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