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EL PECADO ORIGINAL, CLAVE PARA ENTENDER EL MUNDO DESDE LA FE d el Génesis 3 ; soteriología a d am ític a ), teológicas ( p rim ad o d e Cristo, mariología, teología moral), ecuménicas ( ortodoxa, luterana ), una extensa investigación de la conexión iluminadora del pecado origi­ nal en el desarrollo humano de algunas disciplinas científicas: f i lo ­ sofía (de la voluntad), eco log ía , evolucion ismo , la antropología en los últimos descubrimientos genéticos. Alusión especial nos merece el más amplio estudio sobre el pecado original a la luz de la psico­ logía. Su autora Gladys M. Sweeney, presidenta del “Institute for the Psicological Sciences” de Washington, titula su trabajo “El p e c a d o original a la luz d e la p sicolog ía ”29, que bien podía considerarse a la inversa: “La psicolog ía a la luz d el p e c a d o orig inar. El trabajo se fija en las implicaciones psicológicos del pecado original. Ayudar a los enfermos, sobre todo psíquicos, a reconocer que hay una dimensión más profunda que la meramente natural de su situación, será un me­ dio en manos del psicólogo creyente y de mismo enfermo, para ali­ viar y dar una esperanza nueva en el dolor y la depresión. El desafío a los psicólogos es recordar su misión: ser parte de la solución dismi­ nuyendo el dolor de los pacientes convenciéndolos de que aporten la eficacia de su propia libertad. Esto requiere en los psicólogos la conciencia de la realidad del pecado, las implicaciones del mismo, la naturaleza verdadera del hombre y su destino final. “Luego, en el cur­ so d e la terapia, el psicólogo p u e d e a y u d a r a la p erson a a d escu brirlo qu e Cristo d esea qu e él sea y ejercitar su libertad m ás p lenam en te, sin estar constreñ ido p o r las h erid a s o fa llo s p a sa d o s qu e son el resultado d el p e c a d o (sea el p e c a d o original sean las trasgresiones p rop ia s d el hom bre responsable). Los qu e p o r el contrario rechazan la noción d e p eca d o , insisten en qu e el hom bre está d eterm inado p o r su p a sad o , y se equ ivocan a l no recon o cer qu e la verdadera d ign id ad del hom bre com o criatura h ech a a imagen y sem ejan za d e Dios, y term inan p e r ­ p etu an d o el sufrim iento d e sus p a c ien tes ”30. 29 Original Sin in Leight ofPsycology. O.c., 251-273. 30 L.c., 272. NAT. GRACIA LVIII 3/septiembre-diciembre, 2011, 669-694, ISSN: 0470-3790 6 9 1

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