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JUAN ANTONIO MATEOS PÉREZ A pesar de escribir sobre numerosos temas de Teología, Filosofía, Historia, Arqueología, Apologética, traducciones, el punto de con­ fluencia de todos estos escritos, es el interés por la Sagrada Escritura. Así lo entendieron sus contemporáneos, le ofrecieron desarrollar los contenidos bíblicos del Diccionario de Ciencias Eclesiásticas^ , de Alonso Perujo. Sólo podrá realizar los dos primeros tomos, ya que muere antes de que la obra terminara. En ellos desarrollará los im­ portantes conocimientos sobre Sagrada Escritura, cada término con su correspondiente en hebreo, y sus conocimientos sobre historia de Oriente. Al término “Biblia” le dedica diez páginas, con términos en hebreo de cada concepto y desarrolla una historia de la Biblia partiendo de los códices griegos, versiones griegas, caldeas, siríacas, etiópica, las versiones latinas hasta la actualidad y una pequeña his­ toria de las versiones en lengua vulgar. En el artículo “Los evangelios apócrifos”, critica el desconoci­ miento del clero español sobre los temas bíblicos, clamando que desde hace tiempo que estos no son una carrera universitaria35. Estos estudios, estaban muy lejos de lo que se hacía en Alemania y en Francia, citando las colecciones de Thilo y Tichendorf, así como las traducciones de Brunet, Migne y Hahn, todas ellas desconocidas en nuestro país. Comenta con amargura, que sobre los Apócrifos no hay estudios serios. Los dos únicos que existían en ese momen­ to, uno se encontró de casualidad, gracias al interés del Duque de Montpensier en el Escorial. Era una edición manuscrita encontrada de la carta a los de Laoidicea y el otro, de la Biblioteca Nacional, el Diccionario de los apócrifos de Migne. En este artículo realiza una lista de los apócrifos con su comentario correspondiente. 34 N. ALONSO PERUJO y J. PÉREZ ANGULO, Diccionario de Ciencias Ecle­ siásticas. Barcelona, Subirana hermanos editores, 1883-1890. Esta obra fue premiada con Diploma de primera clase en la Exposición de escritores y artistas en 1885 y recomendada por la Academia de Ciencias Morales y Políticas. 35 La queja de Caminero era que los liberales ilustrados de la época, tenían algunos conocimientos sobre los evangelios apócrifos y los utilizaban en periódicos y gacetillas para atacar, aderezado de un cierto cientifismo, a los textos sagrados y a la iglesia. 646 NAT. GRACIA LVIII 3/septiembre-diciembre, 2011, 633-668, ISSN: 0470-3790

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