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FUGA DEL YO ANTE EL MUNDO Y SU IMPERIOSA RESPONSABILIDAD SOCIAL Nos parece que podría también considerarse posible, que la causa del abuso de poder sea simplemente el deseo de poder, y la falta de moderación de quienes lo han tenido en sus manos, aunque estamos conscientes de que dicho planteamiento, no es especial­ mente novedoso ni está ingeniosamente elaborado como un gran descubrimiento sociológico. Por estas razones nos parece que, aquellas reflexiones que nos den herramientas para el autoconocimiento y el autodominio, son más apropiadas e idóneas para la superación y prevención de aque­ llas situaciones abusivas. Éstas tienen al menos el carácter apremian­ te y prioritario frente a ese conjunto de prejuicios sobre la creencia religiosa que se ha difundido y publicitado como un axioma para las ciencias sociales. S0ren Kierkegaard es conocido por exponer en un tono bastante crítico su interpretación de la vivencia cristiana, por combatir la ligere­ za de la cristiandad 6de su época, y enfrentar las corrientes dominan­ tes del pensamiento de su tiempo. En sus escritos, señala la primordial importancia de la subjetividad religiosa en una época que parece arro­ dillarse ante un sistema que intenta diluir la propia existencia. Consideramos que el autor danés está movido en el tratamiento de la problemática por una actitud denunciante, pero con ese talante crítico y aquel contundente cuestionamiento, no pretende en ningún momento y de ninguna manera dejar a sus apreciados y contempo­ ráneos lectores en el tormento de un nihilismo y vacío existencial; es más bien la preparación del terreno para una posterior edificación. Partiremos, con Kierkegaard, desde esa perspectiva socrática que asume la comprensión de la filosofía como una tarea inacabada pero nunca caduca, y desde ella, presentaremos su propuesta -y nuestra lectura- exponiendo aquella compleja noción de fe, para 6 En oposición a “cristianismo”, Kierkegaard llama “cristiandad” a ese paganismo que domina la moral de Occidente, y que para subsistir y mantener su dominio frente a la amenaza evangélica, diseñó una idea de cristianismo tan blanda y tan asimilable, que tiene de cristiana nada más que el nombre, pero que le sirvió espléndidamente como disfraz y bandera. NAT. GRACIA LV1II 3/septiembre-diciembre, 2011, 577-632, ISSN: 0470-3790 581

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