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FUGA DEL YO ANTE EL MUNDO Y SU IMPERIOSA RESPONSABILIDAD SOCIAL muere, se transfigura y cobra su sentido pleno, se da, de esta mane­ ra, el clímax de la actividad volitiva espiritual. Esta lógica distintiva que se muestra en la voluntad de alcanzar la plenitud en ese Otro sustantivo que habita en el hombre, tiene cierta similitud con el comportamiento que puede observarse, por ejemplo, en una madre que llega a arriesgar o sacrificar su propia vida para proteger a su hijo. Esa forma de amor, que hoy llaman altruismo , lleva consigo una lógica paradójica, en la cual la madre ejecuta el máximo acto de amor -hacia su hijo97- en el momento en el que anula su amor propio y anula su propia vida, dicho poética­ mente el amor de la madre hacia el hijo llega a ser en ese momento: odio a sí misma , de la misma manera en que describe Kierkegaard el amor de Abraham. De manera similar, el clímax, de la actividad volitiva se da cuan­ do el individuo cede la capacidad volitiva a un Otro, haciendo que el yo suspenda el desear o su facultad volitiva, para que se manifieste en él la voluntad de ese Otro, que es Dios y que habita en su más profunda intimidad. Pero es importante acotar, que para que verdaderamente se dé esta transferencia volitiva, y para que la fe sea su verdadero con­ ductor, debe hacerse bajo ese recto y honesto examen interior, y movido por el mismo Dios, ya que es muy fácil caer en el autoenga- ño para satisfacer la voluntad del yo, que sabe disfrazarse y le gusta autocomplacerse. Con esta explicación no se pretende hacer sensato lo insensato, ya que sigue todo esto, perteneciendo al campo de lo absurdo , y con esa lógica paradójica de la cual hablábamos en la descripción del acto altruista, buscábamos simplemente mostrar cómo a veces, he­ mos podido apreciar este tipo de comportamientos, y a pesar de ser 97 Es un ejemplo meramente ilustrativo, porque desde la perspectiva cristiana planteada, un acto de amor es cabalmente tal, cuando Dios es lo vinculante, y al referirnos a un ejemplo general, como este de la madre altruista, al ser un ejemplo fuera de la subjetividad, no podemos determinar en principio, si Dios es lo vincu­ lante o no. NAT. GRACIA LV1II 3/septiembre-diciembre, 2011, 577-632, ISSN: 0470-3790 625

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