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HÉCTOR IGNACIO RODRÍGUEZ ÁLVAREZ lingüística. Nos explicaba anteriormente la imposibilidad de la com­ prensión del actuar de Abraham y luego nos decía que sí podía com­ prenderse, pero tal como se comprende una paradoja69. Nos explicaba también el modo comprensivo de María, la madre de Jesús, al decir que: “La capacidad que permite entender a María es espiritual”70, mos­ trando esa misma dualidad en dos formas de entender. Ahora, nos muestra dicha dualidad pero respecto al hablar, dice: “(Abraham ) es incapaz d e hablar po rque no habla una lengua humana. A ún cuando conociese todas las lenguas de la tierra, aún cuando las comprendiesen también los seres qu e ama, a ú n así no podría hablar Abraham habla un lenguaje divino... ”71. ¿Qué podemos decir hasta ahora, sobre la fe, o el acto de fe realizado por un hombre? Para saber de ello, será necesario reconocernos ignorantes, y emprender una profunda búsqueda, que empape toda nuestra exis­ tencia con esa pasión vivida por Abraham. 1. La fe no es un concepto, es algo dado por Dios, pero con Kierkegaard diremos que en el hombre, la fe -dada por Dios- es una pasión, es algo que es sentido, padecido por el hombre, por aquel que tuvo el suficiente trabajo, silencio y recogimiento para encontrarse con esta pasión y adquirir su conciencia. No se sostiene de una “sospechosa razón”, parte de una pasión, sentida en la interioridad, y que por lo tanto sólo puede ser llevada a la conciencia por quien atiende a este mundo interior. 2. La fe genera un actuar que no está guiado ni por normas es­ tablecidas ni por un deseo de complacencia a otras personas, mucho menos por un mezquino egoísmo. Todo el deber está representado en este actuar por “la expresión de la voluntad de Dios”. Es un movimiento que aparte de coraje requiere 69 S. KIERKEGAARD, Temory Temblor , Madrid, Tecnos, 1987, 76. 70 Ib ., 49. 71 Ib., 74. 612 NAT. GRACIA LVIII 3/septiembre-diciembre, 2011, 577-632, ISSN: 0470-3790

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