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JUAN RAMÓN FUENTES JIMÉNEZ Pero además, ligado a la limitación de Dios y a la libertad del hombre aparece otro tema abordado por él, la existencia del mal en el mundo. Stuart Mili quiere, otra vez más, dar cuenta racional del acontecer del mal en el universo. Si existe el mal y la infelicidad en el mundo y Dios no lo puede neutralizar ¿Qué pasa? Mili vuelve a minorar el poder de Dios al tiempo que acrecienta su responsabili­ dad en este punto. En este aspecto hay que decirle a John Stuart que parece olvidar otra vez que la esencia humana, la libertad, tiene mu­ cho que ver con los males e infelicidades que acaecen en el planeta. Incluso concediendo al individuo que cuando actúa lo hace creyen­ do que lo que hace es lo mejor, puede equivocarse y provocar el mal. Parece que Stuart Mili defendiera a un Dios que interviniese en la historia para que, si es omnipotente, acabe con la infelicidad y con el mal. Pero si esto es así, hay que apuntarle a Mili que esa idea de Dios es más propia de la época mítica griega y, por tanto, alguien como él que pretende explicarlo todo desde la Naturaleza y la razón, caería en un discurso mítico y no lógico. Un Dios que interviniera en la historia cada vez que acontece una desgracia es un mago; y un mago no tiene nada que ver con Dios. Dios no es un ilusionista ni un prestidigitador; Dios es un Padre, un Ser personal. A Stuart Mili en este punto hay que indicarle que cuanto existe de ilógico e irracional o de infelicidad es también responsabilidad de ese ser humano por el que sale tan valedor; es ese ser humano dotado de libertad, pero salpicado de racionalidad e irracionalidad. Eso es lo que hace que el hombre de carne y hueso sea, a veces, un absurdo, es contradicción que provoca mal en un universo en el que todos deseamos orden. Cabe preguntarle a Mili ¿Por qué no admite que el mal, en tanto que es una limitación, pertenece al hombre? ¿Por qué apunta a la limita­ ción de Dios en el acontecer del mal? En lo referente a la cuestión de la inmortalidad del alma, Stuart Mili sigue fiel a su línea empírica y acepta que se trate de una tesis no descalificada por la experiencia, y, por tanto, acepta la posibilidad de tal inmortalidad. Ahora bien, más parece que este es un aspecto que Mili interesadamente acepta. La razón estriba en que la doctri­ na utilitarista al postular la mayor felicidad para la mayor cantidad 570 NAT. GRACIA LVIII 3/septiembre-diciembre, 2011, 543-573, ISSN: 0470-3790

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