PS_NyG_2011v058n003p0543_0573

LA TEOLOGÍA EN LA FILOSOFÍA UTILITARISTA DE JOHN STUART MILL (I) diseño se topa al final con los límites de la razón. Se le puede criticar a Mili que entre los rasgos que acrisolan el concepto de Dios está el del misterio. Y el misterio, como su nombre apunta, es algo que se resiste a ser dicho de una vez por todas. Ante esta situación, Stuart Mili parece que se sitúa en la línea del escepticismo. Se puede afirmar de él que no es ateo declarado ni tampoco creyente confeso. Su ubicación está en esa zona en que el individuo quiere creer, pero no tiene más respuestas a la cuestión de la existencia de Dios. Con todo, es de agradecer que supere las tesis de su padre, James Mili, y de su mentor Jeremy Bentham que eran bastante más radicales en este tenor. Otra cuestión a comentar en su reflexión en torno a Dios es la del atributo de la omnipotencia, que Mili no defiende y, sin embargo, postula la limitación de Dios. Acaso se le pueda achacar a Mili que, una vez más, se le olvida que la idea de Dios entraña el rasgo de la omnipotencia. Stuart Mili deja de lado la idea de un Dios creador de la realidad que nos rodea y que en esa realidad el protagonista con­ creador es el hombre de carne y hueso. Un hombre dotado de esa nota que tanto ensalza el londinense, la libertad. Además de lo anterior, parece que en Mili se da una cierta con­ tradicción en este aspecto puesto que es él mismo el que al defender el Argumento del Diseño afirma que en el orden natural todo cuanto existe ha debido ser hecho por alguien de un poder mayor que el hombre. Por tanto, parece que el supuesto Diseñador Inteligente sí que es perfecto. Pero frente a esto en La Utilidad d e la Religión afir­ ma que un universo como el que habitamos, lleno de imperfeccio­ nes, muestra a las claras que Dios es limitado. Con todo, hay que apuntar a Mili la importancia de la libertad que tanto defiende él. Es curioso que un defensor, como él, de la libertad no case este rasgo crucial del individuo con la encomienda que el Creador confió al ser humano, a saber: terminar su obra crea­ dora. No es que Dios sea limitado porque la creación arroja ejemplos claros de imperfección. ¿No será que el ser humano tiene en este sentido una cierta responsabilidad? Mili esto no lo plantea. NAT. GRACIA LVIII 3/septiembre-diciembre, 2011, 543-573, ISSN: 0470-3790 569

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz